24/12/08

Incunables.

Ajeno a las modas que vienen y van.

Hola a todas:

¡Menuda fiesta la de la otra noche! ¡Menuda despedida de año en el curro! ¿Estuvieron allí? Inolvidable, ¿no? Y eso que parecía que iba a ser lo de siempre, esa especie de coctel entre gente que no se conoce demasiado pero que convive íntimamente. Los sándwiches y la empanada, la tortilla fría con ali-oli, las conversaciones tan frías como la tortilla, la borrachera inútil del compañero de despacho, el blablabla sobre el vestido escotado de la nueva, la estratificación por edades y disciplinas...

¿Ah, que no estuvieron? ¿Que no saben de lo que hablo?

Pues de una fiesta de navidad de empresa que salió bien. En el sentido de que los asistentes lo pasamos bien, y no fue un mero tramite de esos de "ir y no caer mal, pero tampoco perder puntos siendo demasiado ...." (rellenar con cosas como gracioso, simpático, lanzado, sobón, lameculos...).

¿Por qué funcionó? Pues un montón de elementos, entre los que no peco de vanidad si destaco mi intervención. ¿En qué modo? Pues en tres interesantes papeles:
- Poner música muy bien elegida.
- Bailar sin pudor esa música tan bien elegida (nadie puede sofocar una sonrisa ante un tipo de cien kilos y camisa a cuadros bailando "Don Diablo"... y no soy gay)
- Fomentar que las chicas se animasen a bailar (esto es muy muy muy fácil en cuanto están algo borrachas y, simplemente, pones música rumbosa y no tienen que ser ellas las que se lancen).

Obviando mi interesante papel (y divertido... una vez que a uno le deja de dar miedo hacer el ridículo), mis saltos, mis voces, mis movimientos convulsos, mis ropas, cuadriculadas y con coderas, vamos a meditar sobre la música. Y sobre el baile.

Grandes ventajas de las canciones horteras: 1- suelen ser animadas 2- se pueden bailar sin miedo a hacerlo mal, porque hacerlo mal es modo natural de bailarlas 3- se las sabe todo el mundo, viejos o jóvenes, lo que fomenta el cante con base de berridos y el seguir el ritmo con la puntera. Evidentemente hay grandes detractores de las canciones horteras, que sostiene cosas como:
...son malas musicalmente y las letras dan vergüenza ajena. Vale, pero es que no queremos escucharlas en una sala de conciertos. Ni siquiera en el coche en un atasco.
...bailarlas es ridículo y me hace perder mojo. Pues nada, tenemos un fiestón animado con Wagner o con Sonny Rollins o con John Lee Hooker y nos vamos innecesariamente ebrios y aburridos a las once a casa. Eso sí, con todo tu mojo intacto.
...no me gustan. A mi tampoco. ¿Y que? Tampoco me gusta el puré de espinacas o Aída, pero entiendo que tiene sus virtudes y, por tanto, lo consumo (a veces con la nariz tapada).
...Me da vergüenza, propia y la que me causas tú. Bueno, lo entiendo. Se soluciona bebiendo un chupito de ron o bien dando culetazos a una moza acompasadamente al ritmo del dudua de "Busca lo más vital".

Igual no han caído aún en que llamo "música hortera". Pues es esa que casi nadie reconocería oír pero que casi todo el mundo conoce. "Melancolía", "Olvídame y pega la vuelta", "She bangs", "El tractor amarillo", "Caramba", "Limbo rock", "Desátame", "Marta tiene un marcapasos", etc. Vamos, lo que sabe tocar cualquier banda medio decente que toca en las fiestas populares. Y su abuela y la mía.

Meditación 2, que si tuviese tiempo y ganas trataría de fundamentar científicamente, pero es nochebuena y la cena me lo impide. A lo que iba. ¿Por qué a TODAS las mujeres, una vez que pierden la vergüenza, les encanta bailar? Desde las niñas que dejan muestra de su arte en el youtube a la catedrática que me pidió compartir con ella una copla. Desde la bailadora semiprofesional de salsa, pasando por la que gesticula haciendo de Olivia en Grease, la que ensayaba coreografías de Mónica Naranjo con la escoba o la alemana rígida pero sonriente. Y todas están encantadas (una vez que alguien rompe el hielo de hacer el ridículo, porque, por mal que lo hagan, no harán el ridículo por comparación). Por el contrario los tíos suelen limitarse a mover una pizca el culo y las puntas de los pies sosteniendo una copa y una sonrisa. Y limitan sus intervenciones bailísticas a los grandes éxitos del heavy-punk (en su modalidad soft, en plan "La fiesta medieval" o "The final countdown") o a la Lambada si tienen objetido definido y dispuesto.

¿Será una cuestión atávica que se conserva desde la prehistoria o de la época de los guateques, en que unos miran y otros han de hacerse ver? ¿O será un problema de miedo al ridículo, amparado en alguno de los supuestos "anti-pachanga" antes expuestos? ¿O es que a los tíos no nos parece tan divertido coordinar el movimiento de las caderas con el de los hombros como a ellas?

El caso, que la pachanga y las mujeres dispuestas a disfrutar de ella dieron vida (y larga) a nuestra fiesta navideña... A ver si dura la moda. Tampoco debe ser tan malo, si al final la mierda de siempre es la mierda que gusta, ¿no?


P.D. Dice mi hermana que no. Que jubile ya las camisas a cuadros, que el grunge está más caducado que un Rialcao. Que parezco la caricatura de una lesbiana barbuda, la viva imagen de uno de Valsaín o Earl el de "Mi nombre es Earl". Y, si encima bailo, el gordo maricón (¡¡¡¡no!!!!) de 4 bodas y un funeral.

Creo que los Reyes me van a traer camisas lisas.

21/12/08

La cena del burguer.

Haremos una guerra de muslos de pollo, de hogazas de pan, de conchas de centollo.

Hola a todas:

En esta época tan propicia para comerse la cabeza y echar de menos o más a la familia según falte o no, en que nos acordamos de los seres queridos y en que, para dejar de quererlos un poco, nos reunimos con ellos para comer marisco y destripar a los cuñados, en nochebuena con mis padres y en navidad con mis suegros, quiero hablar de las tradiciones.

¿De dónde nacen? Pues, supongo, de repetir un acto reiteradamente en el tiempo (desayunar juntos los lunes, ir juntos al poblado a comprar cocaína) un número razonable de veces hasta que, por aquello de que el roce hace el cariño, se nos hace imposible pensar en llevar a cabo tal acto sin esas personas (y lo añoramos si es que un día, porque está de vacaciones o porque se le ha llevado el sida, no puede venir).

¿Para qué sirven? Las tradiciones deben ser beneficiosas en algún sentido, porque proliferan con relativa facilidad. Una de las razones por las que, creo, son ventajosas es porque, si las comparten al menos dos individuos, sirven de punto fijo en el tiempo para encontrarse con los otros cofrades y hacer algo determinado, divertido (darse regalos) o no (un funeral). Algunas tradiciones implican a muchos (las doce uvas o el desfile del 12 de octubre, creo) y otras a uno o ninguno (la colada de los viernes).

¿Cómo y dónde se ubican? En general las que afectan a muchos se suelen colocar en momentos en que hay algo que celebrar en común (la llegada a América, el nacimiento de un niño judío y su posterior muerte), aunque, de estas, muchas son meras excusas (san Juan es el solsticio de Verano, san José la llegada de la primavera, la virgen de Agosto el comienzo de la vendimia y así). Muchas de las que afectan a pocos, también consisten en celebrar la duración de algo (un año de boda, un año de nacimiento, un mes en el paro...). Muchas se celebrán en la intimidad del hogar paterno, aunque algunas exigen espacios púbicos, por el número de asistentes (como la puerta del Sol o el campanario de la iglesia del pueblo).

A mi me gusta mucho generar tradiciones, pues me dan cierta certeza de no perder el contacto con gente que he querido (excluyendo la existencia del teléfono, el correo postal y el facebook, claro). Si la gente se acuerda y viene, además de recordar los viejos tiempos y ponerte al día en las pocas cosas que nos suelen pasar en la vida, también se pueden estudiar (y comentar) detenidamente los cambios que el tiempo causa a los asistentes (sobre todo si los ves de año en año), en las parejas de los asistentes (esto en voz baja y haciendo grupitos) y en los asistentes de otros años este año ausentes (y sus parejas, claro).

De todas las tradiciones que he impulsado, con diferente éxito (de las partidas los martes en mi casa nunca más se supo tras el primer resacoso miércoles, y la comida del domingo con invitado sólo duró una temporada), la que más me gusta es la cena del burguer. Nació de estar hasta los cojones de tener que reservar mesa con antelación y que luego nos clavaran miserablemente por comida malucha para cenar con los compañeros de carrera. Por eso es en el burguer (comida malucha pero barata y sin problema de sitio). La fecha también quedó fijada en el último día de clase antes de las vacaciones (o, a lo más, ese fin de semana). Y los invitados son todas aquellas personas que, a lo largo de nuestra trayectoria universitaria, nos hemos ido topando (eso incluye gente con la que fuimos a clase y, por acumulación, varias generaciones de gente a los que les hemos dado clase). Todos son muy bienvenidos, pero a mi me hace ilusión ver a los que menos veo (esto es, a los compañeros de promoción que no han seguido en la ciencia y que se han puesto a tener hijos y hacer dinero con desigual suerte).

¿Recuerdan el post de mi cumpleaños? Ese en que me extrañaba de la caída de la edad media de los asistentes a mi cumpleaños, y me preguntaba donde estarían los viejos amigos. Pues no se donde estaban, pero si se donde estuvieron anoche. En la cena del burguer. Media de edad, referida a mi, +0,6 años, y sólo un 23% de mujeres. Un exitazo.

14/12/08

Autocompensándome.

Palabras sólo como pasatiempos.

Hola a todas:

¿Saben en lo que consiste hacer una promesa?

¿Seguras?

Por si alguna no cae, consiste en decir que vas a hacer algo, y luego hacerlo. En plan "te prometo que fregaré los platos toda la semana...". A veces van con premio explícito ("...si me la chupas") o a veces implícito ("... y así no te enfadas cuando te diga que me he cargado el Polo"). Uno puede hacer una promesa a su novia ("te querré siempre"), a su padre ("me cortaré las melenas cuando deje de estudiar") o, a veces, a seres superiores pidiendo prebendas.

Yo soy muy de cumplir lo prometido (y ahora tengo el pelo corto y las quiero muchísimo a las dos). Pero ese no es el tipo de promesas del que quiero hablar (aunque tiene relación). Hoy voy a por las promesas a la virgen de la Armatosa (o similar).

Porque también soy muy de pedir favores a seres superiores... y, a cambio, les ofrezco sufrimientos futuros, monotonías futuras o atenciones futuras.

Sí, es raro. Sobre todo teniendo en cuenta que me considero más ateo que agnóstico, más biologicista que espiritualista y más sensato que imbécil. Y, aún así, le prometo cosas a alguien a quien no doy nombre, ni pongo cara... pero que puede hacer que las cosas ocurran, más allá de mí mismo.

Será un recoveco que dejó en mí 17 años de educación en el catolicismo (aunque mi "dios" no es un tipo benevolente y perdonador, sino más bien frío, cruel y justiciero, como el mataniños del antiguo testamento, los dioses vikingos o los terremotos). O quizá sea un atisbillo de la locura repetitiva por controlar lo incontrolable que putea, en forma de obsesiones, a parte de mi familia. O simplemente un recodo del castellano viejo que vive en mí, pragmático y materialista, que me posee y te responde un "por si lo hubiere".

De todas las opciones que barajo como causa (todas válidas y posiblemente todas indudablemente ciertas) yo me quedo con la compensación. Les cuento mi idea, por si gustan: imaginen que pido un premio Nobel... Ay, por favor, haz que me concedan el premio Nobel.... que me vendría estupendamente para conseguir una plaza fija en la universidad... Si me lo conceden:
- me iré andando hasta Navalmoral de la Mata, ida y vuelta, de espaldas y cargando 10 kilos de patatas, para demostrarte mi abnegación a ti, mi capacidad para sufrir en tu nombre y... y lo gilipuertas que soy.
- dejaré el coche en casa los próximos seis meses y así contribuyo algo a arreglar tu planeta, que está hecho un asquito
- dejaré de intentar ligarme a las mujeres casadas o emparejadas los próximos... seis meses, dando así satisfacción y bienestar relativo a un montón de potenciales cornudos

Ahora llega el día de la concesión de los Nobel. Si me lo dan.... Ole, ole, ole, mis huevos y los de mi dios, tengo el Nobel (alegrón y plaza fija, aunque ahora me queden varios meses de hacer el panoli... pero contento porque tengo el Nobel)
No me lo dan... Vaya putadón, que no me han dado el Nobel... Eso sí, me estoy ahorrando cargar con las patatas, que además ahora las podría llevar en coche, si me da la gana, y acompañado de mi compañera de trabajo esa que me habla todo el rato de lo poco que la quiere su novio... No tengo el Nobel, pero la de cosas que me he ahorrado.

Vamos, es lo que se llama diversificar las inversiones/alegrías. Es tratar de encontrar algo positivo en la frustración de un deseo. Aunque, a la vez, es cargar un poco de sufrimiento los triunfos, si llegan. Pero, personalmente, prefiero las tibiezas, la alegría tibia y la tristeza aliviada, que las montañas rusas (cuestión de gustos).

Acabo de notar que, últimamente, me esfuerzo mucho en sacar oro del lodo... ¿será el miedo a la plaga de matrimonios? ¿A la crisis? ¿Al día del juicio? ¿A seguir soltero 5 años más?

¿Se contradicen la cuarta y la primera pregunta? Rotundamente no.

10/12/08

Lo que me dijo anoche Ted Danson.

Los enemigos de mis enemigos también son mis enemigos.

Hola a todas:

El otro día viendo Damages (viéndola acabar) tuve una revelación (envidiosa) con algo que dijo Mr Frobisher/Ted Danson. Y era algo como "antes, como te pasa a ti, yo lo pasaba fatal teniendo a mis adversarios cerca... pero ahora, lo disfruto".

!Qué genialidad! ¡Qué sabiduría! ¡Disfrutando de lo incomodo!

Lo que me gusta es que no va en la linea fría y calculadora de la espía rusa o la hembra de mantis religiosa. No es en plan "me se de memoria el arte de la guerra", soy un estratega, se sonreír a Satanás, se casarme con Barbazul, se chupársela al abogao de mi exmujer. No es esa clase de relación (defensiva y proto-traidora) con quien odias, no lo hace por aquello de es "es importante tener cerca a los amigos, pero a media palma menos está bien tener a los enemigos"
No. Es un tío pasional, de sangre caliente, de esos que se emocionan con el vals de las bodas, llora con los anuncios de la DGT y se mete en una pelea porque han hablado mal de Nuria Roca. Una de esas personas que, antes, por ser tan sensible, se le daba la vuelta el estómago (y a las pelotas) cuando tenía que estar al lado de alguien que le odiaba.

Ted Danson (bueno, su personaje) logra el más difícil todavía: encontrarle gusto a lo incómodo. Al calzoncillo que roza, al zapato calado, a tu cuñada. A la invitación a Fernet cola. Al bautizo del priomogénito del director de ventas. Es el culmen de la superación de los sentimientos desagradable, convirtiendo lo molesto en un placer. Es el masoquismo pragmático que vendría bien aprender, la capacidad de convertir la perturbación que nos produce la animadversión de nuestros semejantes en una perturbación agradable.

Que esto exista es una alegría (potencial) para los ñoños como yo. Ahora que hay enemigos por doquier (¿cuándo no?), a ver si aprendo a disfrutarlos en vez de alterarme cuando están cerca, pasando del "disimula que se te nota" o el "te voy a partir la cara... aunque no me conviene" directamente al orgasmo. Me encantaría poder estar a su lado, pero no como una vívora, tolerando, esperando mi momento de venganza... sino como un auténtico demente, disfrutando del miedo, el desagrado o la preocupación que me causan. ¡¡¡Viviéndolos!!!

¿Es sano? Lo dudo. ¿Es práctico? Menos. ¿Es divertido? Parece que bastante. ¿Dónde está la academia de masoquistas? Ni idea (¿En un colegio del Opus?, ¿En Budapest?, ¿En mi pueblo durante la recogida de la cebolla?...).

Si alguna de ustedes sabe el método, que me lo diga, que yo ya he encontrado el sitio donde ponerlo a prueba. Se recompensará generosamente o con dolor, según se prefiera.

25/11/08

Cumpleaños, el regreso.

Mis amigos, con los que jugué, ¿Dónde estarán?.

Hola a todas:

Hoy, aquí, ahora, es el día, el minuto, el segundo. Llevo un año más vivo. ¿Cómo es posible? Ni idea, pero celebrémoslo. Follemos como locos hasta bien entrado mañana. O pasado mañana. Yo y ustedes cuatro. ¿O son cinco?

¿No? ¿No les apetece?

Me lo imaginaba (ya nunca cuela).

Además hoy no es mi cumpleaños. Fue ayer. Creo. Casi seguro. ¿O hace una semana?

No se, pero desde luego hoy no es. ¿Por qué lo se? Pues porque recuerdo haberlo celebrado (de eso voy a hablarles). Y, si lo he celebrado, es que ya ha ocurrido, no les parece.

Sólo que no quería desaprovechar la oportunidad de, con la excusa de que es mi cumpleaños, llenar mi cama. Como el que va al bingo el día de su cumple porque le invitan a cava.

Por si no se habían dado cuenta hasta ahora (o por si son nuevos, aunque lo dudo... dice Analytics que hace mucho que no entran novatos) me dedico a analizar datos, como profesión y, a veces, como hobby. ¿Datos de qué? Pues de lo que sea que le pueda buscar un fundamento biológico y que pueda resultar interesante, ayudarme a resolver los problemas del mundo o, en menor medida, que me permita publicar un artículo científico. Por ejemplo, vamos a analizar los datos de mis últimos cuatro cumpleaños. Bueno, sólo unos pocos datos. Poquitos. Lo juro.

¿Por qué de los cuatro últimos? Pues porque los he celebrado en el mismo recinto (mi casa) y porque guardo un recuerdo razonable de todos ellos, de los que participaron y de los que no.
Valoraré dos cosas. La proporción hombres/mujeres en porcentaje (suman 100... no tengo amigos de género incierto salvo uno que nunca viene) y la edad media de los asistentes, por género. La edad se presenta como diferencia de edad con el anfitrión (es decir, yo). Es decir, edad cero es que los tipos/as tenían mi misma edad (y la siguen teniendo, digo yo, porque aún ningunos ha dejado de cumplirlos...santígüense, que es lo que toca tras decir barbaridad semejante). Las diferencias de edad están en positivo (es decir, 1 quiere decir que yo les sacaba un año, 2 que les sacaba dos años y así sucesivamente). En el gráfico presento barras de error en la recta de las diferencias medias (sin separar por sexos). Esas barras representan el error estándar de la media (así que cuando no solapan quiere decir que las diferencias son significativas... dedicado a las pasionales de la t de Student, que se que las hay). En el pie del gráfico, debajo del año correspondiente, el número indica el número de asistentes y, entre paréntesis, la proporción de ellos que son chicas. Ale, ahora el grafiquito:



Comentario:

Bueno, para empezar se aprecian varias cosas interesantes. Uno, que a mis fiestas cada vez vienen más chicas. Dos, que además cada vez viene gente más joven. Se detecta un salto significativo (una disminución muy seria de la edad media) hace dos años. Además se observa que la edad media de las chicas es claramente inferior a la de los chicos (y muy claramente inferior a la mía) y que las asistentes rejuvenecen más cada año que pasa (¿no es una noticia en principio maravillosa?, aunque luego me de igual, pero es maravillosa).

¿No son buenas noticias? Pues, supongo que sí. Cada vez más chicas y cada vez más jóvenes... el paraíso de cualquiera de género masculino, desde sir Lancelot a Glen Quagmier. Además estar con gente joven rejuvenece un poco, ¿no? (o, al menos, no envejece). ¿Qué dicen? ¿Qué es un síntoma de inmadurez, de que sigo viviendo como si el tiempo no pasara por mi?. ¡Envidiosas!

Una segunda lectura a los datos, centrándonos en lo feo. Primero, que la tendencia es a reducir el número de asistentes (casi a la mitad desde el 2006). ¿Será que me estoy quedando sin amigos? ¿O que ya no hay afición por el altramuz? Segundo, que del total de personas que pasaron por mi fiesta de cumpleaños en estos cuatro años (42; sí, yo también me he sorprendido) sólo dos han venido a todas las fiestas (bufff). En la misma línea de falta de "fidelidad" de los asistentes, cada uno de los 42 ha estado, como promedio, solamente en 1.87 fiestas (joder, la media ni siquiera llega a dos fiestas por cabeza... definitivamente se ha pasado la moda del altramuz). Lo cual es extraño, porque a mí me parecía (hasta hace unas horas) que yo tenía un numero estable de fieles amigos, en la salud y en la enfermedad y etc... Pero claro, eso no cuadra con lo de que vayan rejuveneciendo (lógicamente, salvo casos excepcionales como Sofia Loren, la gente no rejuvenece con los años).

¿Son, entonces, malas las noticias? ¿Dónde están mis amigos? ¿El precio a pagar para que en tu fiesta haya chicas jóvenes? ¿No debería ser al revés y al olor de la carne joven se me tenia que llenar la casa de viejos verdes? ¿Serán los asistentes a mi fiesta deo 2016 los bebes que están naciendo ahora mismo? O, lo que es peor, ¿vendrán a mi fiesta gentes que aún no han nacido? ¿Y, en ese caso, que música voy a pinchar? ¿Tendré que prescindir de Rafaella?

No se si estoy contento o estoy triste. Voy a decidirlo mientras repaso las fotos, con las siete -6 bailoteando Alaska, sonrientes y lozanas. Y ya les informaré del veredicto.

17/11/08

Dolor postmoderno.

Nada es lo mismo que el nihilismo.

Hola a todas:

Antes de nada, si están buscando un texto intranscendente o simpático, hoy no es el día. Si siguen, se van a desilusionar.

El otro día me diagnosticaron, sin cita previa ni calificación profesional por escrito (pero casi) "dolor existencial". ¿Que de qué va el dolor existencial? Pues de lo jodido que alguien está (yo en este caso) por simplemente existir. De lo mal que ando de tantas vueltas que le doy al sentido de mi vida. Si lo hubiera o hubiese. Y, con él (como consecuencia) a cual es el modo sensato/correcto/eficaz de comportarse (de cara a ser uno más o menos feliz... o de cara a levantarse cada mañana a mirarse al espejo sin complejos... o de cara a tirarse o no al río a intentar rescatar a un niño que se ahoga).

Cuando lo cuento en casa se parten el culo, claro. Como el que se lo parte con el señor que se ha introducido un bote de laca y se lo ha partido sensu estricto. O la pareja que se ha quedado enganchada por los brackets de sus semiperfeccionables sonrisas. Es ridículo, sí. Pero también duele.

Así que no me interesa tanto darle vueltas a ese dolor, ni a ese sentido. Sino la incapacidad de los demás para entenderlo.

¿Por qué me duele existir? Y, sobre todo, ¿Por qué a mí más que a los demás? ¿Y por qué se ríen de mí esos niños?

Es una historia larga, en tres pasos (no se me aburran... he echado una tarde pensando en ello, y me apetece exhibirlo).

Paso uno: cuando era pequeño me corroyeron el cerebro con doctrina católica. De la dura dura. No tanto con usos y costumbres, ayuno, ceniza y misa del gallo, sino con un par de ideas de fondo muy dolorosas y envenenadas: asumir siempre las culpas, incluso las ajenas. Y poner antes al otro que a ti mismo. Eso era lo correcto, y así lo asimilé. Mi egoísmo natural, ese del que nos dota la naturaleza, no pudo con ello.

Paso dos. La adolescencia me trajo la revelación, con caída del caballo y todo, de que ese no era un buen camino, que no me satisfacía ni me hacía feliz. Y, sobre todo, que no era lo sensato. Con los granos y los accesos furtivos a las discotecas se vino también la rebeldía contra todos esos principios... Y me rompí. Ahora fui yo solito el que me corroí con esa mierda que todo el mundo dice haber leído. Primero mucho Nietzsche (soy el único ser vivo no extraterrestre que conozco que se ha leído el Zarathustra de la primera hasta la última a), pero también Kierkegaard y "Del sentimiento trágico de la vida". Luego lo intenté con "el ser y la nada", pero como no pude me embadurné con sus obras de teatro y su "Nausea". Y después algo de Ionesco, y casi todo Camus y Kafka. Supongo que es lo suyo... ¿Qué conclusiones saqué? Pues dos, que hasta entonces había sido un pelele feliz aunque equivocado y que, a partir de ese momento iba a necesitar mucha ayuda para volver a serlo.

Y ahí me quedé, en pelotas, atrapado por el marco filosófico de nuestra época. La muerte de la ideología. El cinismo. La satisfacción del uno como único motor sensato. El eclecticismo. El "nada es correcto o incorrecto". El yo como medida única de todas las cosas. El neoliberalismo en lo moral (todo vale si a ti te vale...)

Paso tres: Como ya no tenía modelos, ni neuronas para más textos duros, busqué ideas sobre "como llevar tu vida ahora que es tuya". Lo que podríamos llamar las consecuencias (literarias) de esta "pedida de principios". No eran buenas noticias, me parece. Desde "Menos que cero" a "Historias del Kronen". De Bukowski a Carver. La edad de los seres vacíos. O llenos de mierda complaciente. Algunos conscientes, otros simplemente ridículamente contentos. Y, antes de decirme, ¡bah, eso es literatura!, echen un ojo alrededor. Parece que a nadie se le daba demasiado bien ser feliz. No era fácil con objetivos ni reglas pre-dadas y, quizá, era aún más difícil sin ellos. Y ahí seguía yo, sin saber que hacer ni como hacer (seguía y sigo, claro).

Aún así no me desanimé y me puse a construir un pequeño conjunto de reglas, de mis reglas, que esperaba me sirviesen para ser algo más feliz, para darle un sentido a levantarme cada mañana. El sentido de mi vida va a ser X y para ello lo que tengo que ir haciendo es Y. ¡El mundo va a ser un lugar mejor si yo tomo mis propias decisiones! ¡Si yo y los demás tomamos nuestras propias decisiones!

Con lo que me costó librarme (parcialmente, claro) de las cadenas católicas para llegar a este "mundo sin objetivos ni reglas". Y ahora lo odio. Odio el "yo primero", la existencia como justificación de la vida, la degeneración del existencialismo que es la carencia absoluta de principios, el hedonismo absoluto y el relativismo moral. Quizá lo odio porque me siento inseguro, porque me crié en un mundo de reglas y objetivos sobre el papel muy claros, donde estaba prácticamente escrito que era lo correcto y lo incorrecto. O quizá porque sus consecuencias veo que no me hacen especialmente feliz. Ni a mí ni a nadie.

La solución que todo el mundo parece adoptar, ese "paso a paso", "día a día", "disfruta del momento, de las pequeñas cosas" y etc no parece funcionar conmigo. La otra solución, más común pero más difícil de ser reconocida, del "no lo pienso mucho y me voy dejando liar en compromisos diversos hasta que de tantos que cargo no puedo levantar la mirada del suelo para mirar más allá del próximo paso", no parece que me vaya a hacer muy feliz tampoco.

Me estoy perdiendo, porque este no pretendía ser un post autobiográfico. Mi historia quería ser sólo un marco para preguntarse por qué cuando me lamento de este dolor no sólo no es compartido, sino que es objeto de burla: "piensas demasiado", "a ti lo que te pasa es que no has tenido que trabajar en la vida", "te aburres mucho, deberías echarte novia o tener un hijo, lo que te salga más barato", "si me importase el sentido de mi vida hubiese sido cura y no ingeniero de telecomunicaciones", "pensar en eso no sirve para nada ni te va a hacer más feliz" (seguramente esto es cierto, pero yo no puedo evitar hacerlo) y etc.

No entiendo por qué, como las famosas hemorroides, sufro este dolor en silencio, sin nadie con quien compartirlo (o compartirlo y recibir automáticamente unas orejas de burro). ¿Tan ridículo resulta mi malestar, mis dudas? ¿Tan poca empatía despiertan? ¿Es qué nadie más lo siente o lo ha sentido? ¿O es que todos mienten? ¿O yo estoy mal de la cabeza por pensar en estas cosas? ¿Cual es la solución? ¿Es que no hay solución? Y, si no hay solución ¿cómo lo soportan?. Y, si saben que no hay solución pero han aprendido a soportarlo ¿por qué se ríen de mí, que no he sabido?

¿Han llegado hasta aquí? Ya les dije que si necesitaban un texto intranscendente hoy no era el día. Y ya lo siento. Si, en cambio, tras leerse este ladrillo me entienden, comenten el texto con sus compañeros subrayando las ideas principales.

Si, además, por casualidad, por fortuna, por aburrimiento, estaban buscando echarse por novio a un tipo atormentado como los filósofos de finales del XIX, yo soy su hombre. Si lo que quieren es un hombre competente, seguro de si mismo y satisfecho con su día a día y con la pastaza que gana, les puedo dar el teléfono de mi amigo el teleco. Aunque, les diré, la mala vida que gasta le ha dotado de una cierta barriga, muy poco sexy.

7/11/08

Comunicadores.

Oigo cintas que he grabado con mi voz.

Hola a todas:

Hasta ahora no había tenido tiempo de quejarme (por escrito, de viva voz he sido un tormento) de una de las consecuencias que sufro a causa de las prejubilaciones en El Ente (con mayúsculas, por supuesto). Unas consecuencias que hacen que cada mañana acabe tan cabreado como si empezase el día escuchando la COPE, pero sin escuchar la COPE. Porque, a fin de cuentas, me veo obligado a desayunar opiniones.

Desde hace bastantes años me dejo acompañar por la radio en el cotidianamente arduo periplo que va desde la cama al tajo (con minúscula). Creo que es un vicio común entre la gente que vive sola. Y entre los gatos domésticos que viven con solterones (y también de los All Bran). O, quizá, es un vicio familiar. El caso es que era ferviente fan de Radio5 (antes "todo noticias"): los acontecimientos destacados del día en un par de lineas cada uno, salteados con información del trafico, con las iniciativas del ayuntamiento de Coslada y con pequeños espacios informativos, canapés, dedicados a aspectos variaditos, desde la música disco a los decesos, pasando por las vicisitudes de un administrador de fincas.

Pues acabó.

Desde que comenzó esta temporada en septiembre, supongo que por ahorrar, "El Ente" pincha la señal de Radio1 de 7 a 9... Es decir, adiós noticias breves, escuetas y resumidas, hola Juan Ramón Lucas.

Ni mal, ni bien este señor. Como cualquier otro, canoso y con gafas. Pero es que la opinión es pocas veces información. Apenas me importa lo que puedan decir del mundo los directores, editores o columnistas de seis medios. O, visto de otro modo, sabiendo para quien trabajan yo puedo dictarles, a priori, letra por letra, su opinión.

Si al menos fuesen expertos en algo, si supiesen más que yo de alguna cosa de interés... no se. La opinión sobre un accidente aéreo de un piloto, sobre el precio de las patatas de un agricultor, sobre la crisis ninja de un jubilado bien informado metido a bloguero... Pero la opinión de un profesional de opinar, de alguien que sólo se distingue por conocer las noticias un poco antes que el resto y que simplemente nos las canaliza/filtra/sesga no me vale para nada. No es informativa.

Las opiniones de opinadores, de gente que habla sobre cosas de las que no sabe más que yo, me merecen la pena sólo cuando no son previsibles. No es fácil, lo se, encontrar un opinador original. Pero a veces uno se encuentra intelectuales/escritores haciendo caja o promocionándose por los medios que viven fuera de las corrientes generales. Y les puede parecer mal la monarquía y bien el aborto, bien el comunismo y mal los matrimonios gays, mal la cocina tradicional y también mal los grandes chef. Son casos raros, pero con alguno he tropezado. Y aportan la originalidad de pensamiento (si es coherente, y no delirante a lo Dalí) de la que carecen la mayoría de los informadores adscritos a un medio. Quim Monzó o Antonio Gala en sendas entrevistas en Buenafuente, el terrible Sanchete Dragó (que por aborrecible no divaga de forma menos fascinante), incluso el señor de Prada (que opina sin saber e inventándose cosas.... pero junta churras con lobeznos de un modo muy original).

Claro, intenté encontrar algún cauce de información que tuviese cierta similitud con mi añorada radio5: noticias breves, escuetas (de modo que la opinión no cabe), muchas y vertidas de continuo. Como la antigua radio-minuto (¿se llamaba realmente así aquello de "son las sieteycincuentaycinco... bombardeo israelí en Gaza con cinco fallecidos....son las sieteycincuentayseis"?). Pero no hayé más que gritones opinando, emisora tras emisora.

Lo más genial de todo esto es que nadie parece entender mi indignación/asombro. ¿Para que quieres oír las noticias crudas, tampoco está de más/molesta la interpretación?

Pues, primero, porque los interpretadores de las noticias me dejan la sensación de guardarse los argumentos en contra. Vamos, para poder creerme que las noticias que me dan son TODAS, o todas las que caben. Y, segundo, porque tampoco tengo necesidad ninguna de que nadie me diga lo que él piensa, a no ser que sea algo absolutamente innovador.

Así descubrí que a mi alrededor a la gente lo que le encanta es que los opinadores corroboren sus opiniones, las inflamen, las multipliquen y se las devuelvan una y otra vez, repetidas hasta la saciedad, en un eco que por repetición espera convertir en cierto lo que sólo es opinable. Y así ves que la gente está encantada con el gurú mediático que opina, exactamente y punto por punto, lo que opinan ellos. No es sólo que ya no les interese conocer todas las noticias, ni que alguien te certifique si esas noticias son verídicas o no. Es que se pierde la única función que puede tener oír opiniones, que es la posibilidad de encontrar nuevos enfoques. Porque sólo escuchan lo que quieren oír, lo que uno ya sabe, buscando constante confirmación de la razón que uno tiene. Una salmodia a varias voces, recreándose en creencias que por compartidas y emitidas a las ondas son más ciertas, más cimientos.

Yo y los mios, tu y los tuyos... y conmigo o contra mí.

Da entre pereza y miedo.

El caso es que sigo con Juan Ramón Lucas, porque me parece que lleva menos sesgo. O porque todos los demás me parece que llevan demasiado. O, más bién, porque a las 9 vuelven a darme "todo noticias". Y yo no llevo prisa.

27/10/08

Squirting.

Allí estaba cayendo agua pa llevarse 3 meses sin regá las masetas.

Hola a todas:

¿Saben lo que es el squirting?

Pues casi mejor para ustedes. Porque si lo saben, sobre todo si lo reconocen por ese nombre, es que son aficionadas (muy aficionadas, cuasiadictas) al porno moderno. Que no es lo normal, lo se.

A mí es que no me queda otro remedio. Lo hago por puro interés científico, por entender las tendencias.

En fin, squirting es lo que hasta hace nada (¿un año?, ¿dos?) se refería como eyaculación femenina. Ahora que en el porno se ha puesto tan de moda (¿no lo creen? pues echenle un ojo a las webs de por ahí... no voy a decirles cuales) le hemos buscado una dominación mas glamurosa. Y es que hasta la más pintada demuestra lo bien entonados que tiene los músculos de la vagina expeliendo un litro (no se engañen, no son prodigios de la naturaleza: lo que emiten entre alaridos fue previamente introducido ahí, porque en la población normal no afecta a mas de una cada diezmil).

Digo que es ficticio no porque lo sepa de buena mano. Simplemente lo deduzco. Porque no me creo que todas y cada una de las mujeres a las que les ocurre se dediquen al porno. Que es la otra explicación posible.

Si para averiguar lo que es no quieren acudir al youporn, lo retratan muy explícitamente en un capítulo de la primera temporada de Californication (con Mulder sabiendo superar el ser Mulder... fenomenalmente).

Durante años en mi única relación con la eyaculación femenina era tratar de averiguar si aquellas emisiones viscosas que mis parejas generaban ocasionalmente eran o no eran propiamente lo que los médicos llamaban eyaculado femenino. Tras consultar libros, me parecía que no (¿Que mas daba? pues eso digo yo... interés científico, como les decía). Y, de pronto, conozco personalmente dos casos.

Y, sinceramente, no parecen contentas.

Es muy difícil explicar a tu familia por que cojones habéis reservado una suite nupcial con dos camas. A la familia, a los del hotel y a cualquiera que no sea tu ginecólogo. Porque claro, es difícil dormir en una cama en que, si llegas al orgasmo, quedará empapada con medio litro de líquido. Al principio está tibio, pero luego duelen los riñones.

Tampoco es fácil ligarte a un tío una noche y, antes de juntar el valor de meterlo en tu cama, juntar el valor para explicarle lo que va a pasar. Y, desde luego, ni pensar en hacerlo en su casa (ni en su coche, ni en el rellano de su ascensor, ni en el baño de un bar)... es difícil convencer a alguien para que recién follado coja la fregona y recoja algo que, básicamente, parece pis (y huele como el pis). Bastante suerte tendrás si el tío no se muere de asco cuando tenga la sensación de que le estás meando encima (los hombre, al final, no están tan dispuestos como dicen a cualquier cosa por echar un polvo).

Así que no las envidien. Tampoco sienten más placer. Ni son mas atractivas para casi nadie (salvo para algunos/bastantes pajilleros internautas). Sólo más originales.


La verdad es que me hubiera encantado haber averiguado alguna solución para este problema para estas dos chicas. Que, sinceramente, lo pasan mal (sobre todo la soltera) porque su vida sexual resulta un poco traumática.

13/10/08

Sábado en la noche.

Salir, beber, el rollo de siempre.

Hola a todas:

¿Será esto un síntoma de vejez?

Llegué el viernes reventado a casa y me tragué una serie de la tele (una de ladrones de la uno, que es un poquito pretenciosa, pero se deja ver... creo que por eso la quieren quitar). Luego me puse con el libro que tenía entre manos (El fantasma de Harlot) hasta acabarlo. Me acosté a las dos. Me levanté el sábado tempranito, hice de ama de casa, cociné, comí, sesteé, y me puse con otra lectura que llevo a medias (El siglo postmoderno). Cuando se hizo bien de noche me vi dos películas (El apartamento y la reina de África). Me volví a acostar a las dos. El domingo volví a amanecer a las 10 (es un don natural), desayuné con mi madre (un brunch, al que mi madre llama "desayuno contundente", que me ahorró cocinar), di un paseito, vi un rato la tele, empecé otra novela (porque el siglo postmoderno es muy indigesto) "La conjura contra América" y me vi otras dos pelis ("Secretary" y "Los amantes del círculo polar"). Luego, un rato antes de acostarme, hice unas pocas llamadas telefónicas para informar de que sigo vivo.

Contando mi fin de semana me encontré una situación curiosa: alguien me contó con cierto fastidio lo trajinado del suyo (incluyendo la visita a un polígono a buscar cocaína, colas en garitos, dos pedos terribles, sendos serios sablazos, sendos resacones de garrafón, reparto de participantes a sus casas ya de día...) y me preguntó, con estupor, si no me parecía terrible haberme aburrido tanto el fin de semana. Madre mía.

Pues no. Pero debe ser que estoy mayor. Porque no puedo entender que después de haberme descrito esa mezcla de "Menos que cero", "Trainspoting" y "Jo, que noche", y no con voz divertida sino triturada, te creas que yo lo he pasado peor que tu.

¿Es que pasar un buen fin de semana tiene que querer decir "marcha a tope"? ¿Crees que sería más feliz si mis fines de semana fueran más como los tuyos? Y yo que estaba encantado de haber tenido un fin de semana "para mí" y resulta que mi tranquilidad produce lástima.

Le dije que a mí "el rollo de siempre", las multitudes, las necesidades ajenas de expansión tras una dura semana de trabajo, el desmadre, el descontrol y las multi-multitudes me tocan los cojones. Para mí eso no es pasarlo bien. Ni para ti, cuando te pares diez minutos a pensarlo.

Conclusión, que aún no sabemos distinguir lo que nos gusta de lo que nos tiene que gustar, me parece a mí. Eso, o que el nihilismo nos consume, lo que llegue primero. Claro que cuando se lo dije me vino con la de "siempre has sido un raro, de verdad... pasan los años y sigues sin entender nada... hay que aprovechar antes de que te "cazen", que luego no te dejarán respirar". Esto, lógicamente, me causó aún más estupor. Pero, prudentemente (en ese sentido sí he debido madurar) no le dí mas vueltas.

Agradezco su preocupación por mi aburrimiento. Mucho y muy sinceramente. Aún así seguiré saliendo los miércoles y los jueves (que sólo hay músicos, treintañeros con curros cómodos y algún estudiante). Y trataré de tener todos los fines de semana "aburridos" que pueda. Y, si me "dejo cazar" aprenderé a vivir con la nueva vida que haya elegido.

Vamos, que me estoy haciendo viejo.

2/10/08

Haciendo el bobo.

Bajo la luz de la luna me dijiste adios.

Hola a todas:

A veces creo que soy un tipo muy sentimental. Otras veces creo que soy demasiado sensible. Casi todo el rato creo que me paso de dosis de pena en mi vida. Y muchas veces creo que, simplemente, soy un gilipollas por mirar tanto hacia atrás.

¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!

Oye, que me voy, despídete de mí. Vamos a hablar de ello, a recordarnos, como si fuese la primera vez y no la última. O como si fuese a la vez la primera y la última.

O, lo que es peor, el duelo a priori y en solitario. Como se que esta es la última vez que x juntos (paseamos por Mallorca, dormimos juntos, comemos un helado, echamos un polvo, echamos dos polvos seguidos, echamos dos polvos, uno de ellos en la ducha y otro en mi cama) me paso todo el rato en que hacemos x (incluidos los dos polvos) añorando lo que casi casi seguro que no volverá ocurrir.

En la mismita linea (de idiota) del que le gusta acumular "recuerdos memorables" trato de que, en algún sentido, sean extraordinarias estas ultimas ocasiones. Extraordinarias y llamativas casi por lo que sea. Preferentemente porque se carguen de emotividad, aunque a veces me vale con que sean originales. Y muchas de estas veces mis deseos de hacerlas memorables las hacen simplemente ridículas.

Un poco como los turistas japoneses (y muchos españoles), que más de disfrutar del sitio en el que están disfrutan de las fotos que hacen que les permitirán recordar (o presumir) de donde han estado.

En mi viaje que hoy concluye me he despedido, los seis días, de una isla, tratando de hacer todo lo que alguna vez hice aquí. También me despido de un amigo, cuyo destino tengo la sensación de que va a estar terriblemente lejos de mí. O, incluso, me despido de su soltería. O de un modo de vida, el mio, que se acerca a su fecha de caducidad. Todas estas cosas, claro, sin decírselo a nadie... sufriendo y siendo consumido tontamente por mis tontos recuerdos y mis tontas penas.

¿Cual es el límite que tiene que ponerle uno a la emotividad de los adioses? Lo mío no es funcional, pero al menos no te quedas con la sensación de no haberte dado cuenta. La despedida "a la francesa" quizá sea mejor: rápido, inconsciente e indoloro -o casi-. Y no me refiero a despedirse sin avisar al otro. Me refiero a despedirse sin avisarse a uno mismo.

Sin embargo el adiós no explicito evita una de las cosas buenas de verdad que tienen las despedidas: la posibilidad de dejar las cosas "cerradas". "Oye, que ya que es nuestra última vez, que sepas que x (no la sabes chupar, no soportamos a tu novia, te voy a echar mucho de menos, estoy enamorado de ti)". Las cosas que no se cierran quedan ahí, coleando para siempre, a veces simplemente se arrinconan y se cubren de polvo y se enrancian. Pero a veces se pudren, hieden y traen infecciones diversas. Así que antes de cerrar la casa, recomendamos tirar la basura, barrer y ventilar.

Y, pese a las ventajas que le veo, dudo. Porque explicitarse a uno mismo el adiós gasta mucha energía emocional. Quizá bajar la intensidad de la emoción ayudaría.

Total, que por mi perra de despedirme me acabé bañando en la playa en pelotas a oscuras y solo... El mar de noche y sin luna, sobre todo el mar empedrado, da miedo o duele. Y, a finales de setiembre, también da frío, escozor en las ingles y cara de imbécil cuando sales.

Hice el tonto, sí. Pero yo tenía que decirle a la isla que me iba. Aunque creo que a ella le daba lo mismo.

22/9/08

Adios Doctor.

Todo tiene su fin.

Hola a todas:

Este post no va sobre la muerte, que podría. Va sobre la jubilación. Que en este caso es un fenómeno parecido en lo que a mí respecta, porque yo no le voy a volver a ver, igualmente.

En fin, las relaciones esas que no son muy centrales, esa gente a la que vemos poco, o que hacemos poco caso: la panadera, el vecino del 2ºD, mi tía segunda Paulita, Terelu Campos... Toda esa gente que ejercen de secundarios en la obra de teatro/novela/película de Ken Loach que todos creemos protagonizar. Que son casi relleno, casi, ruido de fondo. Alguno anda siempre por ahí, dando coherencia. Y los podríamos conocer mejor, si quisiéramos (pero nunca queremos).

Y, sin embargo, tienen mucho valor, mucho peso... Sólo que no se da uno cuenta hasta que dejan de tener líneas. A veces saben mucho de nosotros. Quizá porque alguna vez ejercieron de oído desconocido al que confesarnos. O porque nos espían un poquito. O porque conocían a nuestra abuela. O a fuerza del roce y la familiaridad obligada. A veces nosotros sabemos mucho de ellos. De su olor, carácter y textura. De sus gustos y sus disgustos.

Esta mañana mi neurólogo me ha dicho que el hospital le obliga a dejar de ejercer, que se le jubila obligatoria e inapelablemente (un tipo que ama tanto su profesión que quería seguir allí, de gratis; y no porque no tenga otra cosa mejor que hacer, que he estado en su casa). Evidentemente no le apetece, pero así es el ciclo de la vida. Evidentemente esto tenía que ser así, o significaría algo mucho más grave para mí (y es que sus cuidados no fueron suficientes). Han sido nueve años en que ha conocido a mis novias, mi jefa, mis padres, varios de mis mejores amigos y hasta a algunas de mis pretendidas. Que ha soportado mi estres pre-examenes, post-licenciatura y pre-doctoral, el que causan los artículos científicos por enviar y las rupturas sentimentales. Que prestó oído a todos mis síntomas, reales e hipocondriacos, los valoró y me brindó un "no es para tanto" que siempre sonó más tranquilizador que un "no es para tanto" estándar. Y que me narró jugosísimas anécdotas sobre Pinito de Oro, varios ex-ministros de Suarez y varios reputados neurólogos españoles y no. Sobre como evitar la mili, el Londres de los 70, los comunistas conversos y el ministerio de Educación. Y, de propina, una de mis frases favoritas. O dos: "Ya no tengo edad para aguantar imbéciles" y "Los torreznos alimentan el alma".

Hoy, que es el penúltimo día que le veo, me he dado cuenta de que le voy a echar de menos. Mucho. Y no porque sea el mejor neurólogo con quien he tenido el placer de lidiar. Sino porque es la persona de 65 años más sabia que conozco. Es más, es la persona más sabia que conozco, y hasta hoy no me había dado cuenta.

Adiós, Doctor. Cuanto más pude haber aprendido de usted, de haberme percatado.

Lección de hoy: vamos a ver si valoramos un poquito más a los cotidianos secundarios. Que más de uno traerá sorpresa.

15/9/08

Tarareando.

Oh, música, ¡Tu siempre me fuiste fiel!.

Hola a todas:

Cualquiera que me convive sebe que siempre estoy molestamente tarareando. Una especie de KissFM en español, mucho más perturbadora que la original. Si no suena, es por casualidad, porque siempre tarareo por dentro... Canciones que me gustan, algunas, o no me gustan pero que me se (la mayoría). Basura cultural acumulada, en mi caso con terrible y sonora facilidad. Y todo el rato suena, y suena y suena. Sospecho que para llenar el cerebro de algo que me impida estar dándole siempre a la resolución de los problemas del mundo, o a la obsesión con los problemas personales. Otros llenan su cabeza mirando culos, repasando la tabla del nueve o fantaseando castigos y torturas para sus jefes. Yo canturreo y el ruido, como la Fuerza o el Rexona, me acompañan/no me abandonan.

En uno de esos ratos en que he dejado de llenarme la cabeza con canciones me he puesto a mirarme el ombligo y a analizar a qué grupo le he robado más frases para subtitular los post (¿Que no se habían dado cuenta?). A esto y a ver si se corresponden, o no, con mis grupos favoritos.

Perdonen el onanismo, pero lo voy a hacer público, que para eso las he contado:

Rosendo (4), Siniestro (4), Sabina (3), Antonio Vega/Nacha Pop (3), Héroes/Bunbury (3), Gabinete (2), Enemigos (2), Loquillo (2), Mecano (2), Los Nikis (2), Los Chanclas (1), Estopa (1), Platero (1), Los celtas (1), Mago de Oz (1), Christina (1), Los Ronaldos (1), Dinamita (1), Golpes Bajos (1), Tequila (1), Los Elegantes (1), Pitersellers (1), Le Punk (1), Radio Futura (1), MKB (1), La Frontera (1), Manolo Tena (1), Veneno (1) y, finalmente, Tahures Zurdos (1).

Los primeros puestos los ocupan, claro, algunos "letristas" (en fin, si alguien comprende más de la mitad de las canciones de Héroes, le paso la discografía de Rosendo y que me la descifre). Siniestro son muy dados a la frase original con chascarrillo, Rosendo a las palabras infrecuentes, Sabina a las enumeraciones brillantes y mi querido Antonio, qué se puede decir que no se haya dicho antes (aparte de que es la encarnación de los males de los ochenta, la heroína hecha hombre). Echo de menos a Los Secretos (entre los más amados), me sobran algunos (Héroes... ¿Por qué me las aprendería yo?) y me extrañan unos pocos (¿¿¿Los Nikis???, ¿¿¿Kabezabolo???). Lo más moderno debe ser Le Punk o Estopa, que también dice mucho de mí (y de la radio que escucho).

Un post sin gracia ninguna, efectivamente. ¿Por qué no seguiría este tío en su interior tarareando "Soy como dos/ soy como dos/ uno que vale la pena"? ¿A mi que me importa la música que le gusta? ¿Creerá que escuchando grupos rancios de los ochenta va a ligar conmigo? (¿No?; ¿Ni un poquito?).

Pues porque he interrumpido el hilo musical interno (cuando intento ser amable/ siempre decido atacarte...) para meditar acerca de un estudio que leí hace relativamente poco que vincula gustos musicales y rasgos de la personalidad.

¿Saben qué dicen de los amantes del pop español de los 80 y sucesores? Que son extremadamente sensuales (más que el Duque), buenos amantes (más que Belmondo), fieles (más que su hipoteca) e interesantísimos (más que el de al Filo de lo Imposible).

Si tienen más dudas, es un estudio del profesor North, residente en la universidad Heriot-Watt del siempre florido Edimburgo (aunque no hayan oído hablar de ella en su vida, como servidor, el estudio parece razonablemente riguroso... tiren de Google).

Allí leerán que los jevis tienen baja autoestima, así como los seguidores de la llamada música independiente (que no parece ser la de Agapito Marazuela, sino... yo qué se... Australian Blonde, o Sr Chinarro, o Los Planetas, o Garbage, o Vetusta Morla o los Gallagher o ninguno de los anteriores... ni idea de lo que quiere decir "independiente"). Los amigos del country, además de Republicanos, suelen ser muy trabajadores (parece que ambas cosas tienen que ver, no). Al contrario, sorpréndanse, de los adoradores de Bob Marley. Que además suelen ser unos fumetas (¿tendrá que ver?). Los raperos son superextrovertidos (¿sí?) y, también, maleducados y vocingleros y barriobajeros. Los bakalutis, difíciles de controlar. Y los amantes del jazz y la música clásica somos la caña: creativos, extrovertidos e introvertidos (según estés más en Menuhin o en Grapelli) y tranquilones.

La pregunta es ¿La correlación hace al hombre?

Desde luego, servir para algo sí que sirve (para anunciar pastillas de freno y bozales en la sección "música dance" del Carrefour). Pero explicar, explican poco.

Lo cual no quiere decir que no sea cierto. Pero si alguien se molestase en buscar porqués, sería algo más creíble y, también, más explicativo. Claro que se puede aducir que no hay muchos más modos de acercarse al estudio del alma que preguntando y correlacionando. Yo siempre propongo experimentar, que tampoco dice verdades pero se aproxima algo más. Aunque no siempre es posible.

Los estudios de mercado no son ciencia, eso lo saben bien los que los hacen. Por eso hay que tener cuidado con los titulares. Porque a veces nos quieren hacer pasar una cosa por la otra y un conjunto de test y correlaciones como verdades científicas. Desde luego, para un estudio de mercado con correlacionar respuestas y hallar tendencias es más que suficiente (al final el objetivo es aumentar un 10% las ventas de collares de perro). Como predictor de personalidades, un poco menos. Pero no mucho peor que casi todos los demás disponibles. Así que sí, pueden guiarse de la música que gusta a sus pretendientes para ver si en un futuro alguno de ellos será capaz de fregar los platos sin rechistar, de acompañarlas al teatro o de planificar una segunda luna de miel. Es una pista, como lo puede ser la lista de preferencias de su facebook o su horóscopo. O el número de exnovias (esta último, quizá, es el más fiable... democracia participativa).

Yo aprovecho el foro y les recomiendo a los amantes del pop español, que son gente maja además de todo lo dicho anteriormente. Incluso los que cantan mucho... todo el rato. Aunque, a veces, algo contradictorios. Ya saben: "Soy feliz, y de repente me enfado".

6/9/08

¿Sois de los interesados/as?

Mi nombre no es Andrés, pero eso te da igual.

Hola a todas:

Estos últimos días anda molestando en mi cabeza la idea "amigo interesado". Tanto que tengo que dejarla salir un rato para hacer hueco a ideas más simpáticas y que me hacen una persona más atractiva, y no menos. El porqué me ronda no tiene interés. Lo entenderán al final, o quizá no. Pero de verdad es lo de menos. Atención, ahí sale.

¿Quién no ha padecido en sus carnes una amistad por interés?

Ese super super amigo o super super amiga con el cual se llevaban estupendamente bien hasta que un día le ayudaron a aprobar macro-2, le llevaron al concierto de los Dire Straits sin pagar o le enchufaron en la distribuidora del primo de su cuñao. Y luego.... si te he visto no me acuerdo.

O, lo que es igual (pero degrada más) ¿Quién no ha cultivado una amistad por interés?

Yo recuerdo un caso paradigmático, por reiteración, en mi instituto en que no un tío, ni dos, sino tres.... (ATENCIÓN, 3) usaban de trampolín a una hermana (la menos guapa) para llevarse al catre a la otra, la guapa (es más, creo que el tercero se casó con ella).

"Menuda zorra es tu hermana", le decía yo a la pobre (y menos guapa). Ella ya lo sabia, por eso decía "sí, una zorra... pero que le voy a hacer, es mi hermana". "Pues no presentarle a más amigos, pardilla" (yo, con el animo alevósico de pinchármela, como ejemplo dentro del ejemplo de cultivo de amistad interesada; no obtuve resultado, asimismo). Y ella "Ya, pero es que yo no me lo espero, no me lo puedo creer".

¿Les gusta mi caso extremo de jeta? ("Oye, seamos amigos hasta que me folle a tu hermana"). Es un caso extremo, sí, pero, como venía diciendo (hasta que me he acordado de la mala hermana que tenía una de mis presas del instituto) quien más y quien menos todos tenemos amigos que no nos caen demasiado bien, pero nos vienen estupendamente. ¿O es que es ud. amiga de la secretaria del jefe de ventas por sus interesantes conversaciones sobre Gran Hermano (del 4 al 10)?

De hecho, en el fondo, de un amigo, antes o después, siempre encuentras algo que te conviene. Siempre hay favores, préstamos, consuelos, etc. Así que, bien mirado, la linea entre el amigo por interés y el amigo sin adjetivo a veces es difusa (NdA- amigo quiere decir amigo/a).

¿Qué es un amigo? Pues es esa persona con la que te gusta estar. Independientemente de lo que hagáis estando juntos, o de cómo esté él de plasta, o de como estés tú. Te gusta estar con él incluso cuando le duele la tripa, necesita viviseccionar un molusco o está su novia.
Un punto intermedio de "interés" es el "amigo de actividad". Si un amigo te gusta sólo cuando hacéis determinadas cosas (salir de copas, o jugar al padel)... no es, del todo, un amigo. Si sólo te gusta haciendo algo, ESO es lo que te gusta (no la persona, la actividad, aunque sea con ese en concreto). Sí amigas, si lo que a ud le gusta de su amigo es que le escuche, y sólo eso, ud. tampoco está tratando/considerando a ese pobre como su amigo (recuerden: amigo/a... es que uso castellano antiguo).

Desde luego se puede pasar de "amigo por interés" a "amigo a secas" (sí, el chico ese que la escucha porque quiere follar con ud, muy a su pesar puede acabar siendo su amigo, sin más). También, por desgracia, a veces un amigo real acaba por convertirse en uno por interés, porque la vida da muchas vueltas y la distancia es el olvido de casi todo menos de que tenías un familiar en Repsol. De todo hay y en todos los grados nos movemos.

Esta variedad de "grados", muchas veces sin aclaración por las partes del grado que ocupa cada uno (a veces uno mismo ni lo sabe) produce extraordinarias asimetrías de evaluación por cada bando (la secretaria del de ventas se cree que somos amigas... juas juas). Los mayores conflictos conocidos en el terreno de la amistad se deben a esta asimetría. Porque aunque, en principio, la amistad no exige simetría, jode si no la hay. Un poquito. Sobre todo si es inesperada/mal calculada. ¿No han sentido muy cerca a alguien que, en realidad, sólo quería algo suyo? (si creen que no, repasen la lista de amigos varones que no les duraron mucho). Y viceversa (el tan manido caso de la de ventas).

Pues sí, las amistades por interés joden mucho cuando no te las esperas. Como le pasaba a mi amiga del instituto. O como a las protagonistas de un culebrón venezolano. O en el Tartufo. Pero joden casi más los errores de calibrado. Saquemos otro ejemplo de mi instituto. Dos amigas, R y B. R se quiere follar/está enamorada a/de J que es bastante amigo de R. R, B y J salían bastante juntos, pues R hacía todo lo posible por ayudar a su amiga B. El caso es que antes de que la cosa consolidara B le preguntó a R si seguirían siendo amigas aunque J pasase de ella. Cuando R (que, por lo que supe después, quería ligar conmigo... yo tampoco lo entiendo, de verdad) me contó esta última conversación le dije yo, ¿No sería al revés y tendrías tu que preguntar si ella seguirá siendo tu amiga después de conseguir lo que quiere? Por suerte, o desgracia, acabamos COU y este enigma quedó sin resolver. Porque fue pocos días antes de selectividad que J y B se follaron el uno al otro, y cuando me alejé de este terceto todos se llevaban aun bastante bien.

¿Y donde está la puñetera moraleja? ¿Y el final? ¿J y B se amaron para siempre? ¿R y B dejaron de ser amigas? ¿Acaso trabaja R en una farmacia cerca del estadio de futbol? Y, sobre todo, ¿Las amistades fraguadas para ligarse a un tercero perduran con el tiempo?

Hoy, tras verme envuelto en un culebrón parecido, pero con menos risa porque ya somos más viejos, ya les doy yo a eso una respuesta: no.

31/8/08

Los 40 largos.

Un vez, y otra vez más.

Hola a todas:

¿Se acuerdan de los dos kilómetros que me propuse hacer hace dos semanas? Pues sí. Se lo juro. Esta mañanita me he levantado, como todas las de las últimas dos semanas, me he ido a la piscina y pin-pan, pin-pan, en una hora y mucho, cuarenta largos. Ante el asombro de jóvenes, jóvenas y socorristas.

¿Creían que no iba a poder? Yo también. Pero el caso es que me lo propuse, y así ha sido. Como decía mi padre (y un lema legionario): "Lo dificil se hace y lo imposible se intenta".

La voluntad. ¡Qué poderosa!

¿Cuántas cosas le debo a la voluntad? ¿Cuántos sobresalientes? ¿Cuántos niveles me subió de Link machacando gusarapos en el Zelda? ¿Cuántas últimas copas no me tomé?

¿Quién no le debe cosas a la voluntad? ¿O a la falta de ella?

Y sin embargo las personas voluntariosas nunca me han parecido demasiado interesantes; es una palabra que suelo identificar con los opositores a Aduanas, con los amanuenses de los conventos y con las gafas de pasta, la raya a un lado y el color gris plomo. Tiene voluntad el que no tiene otra cosa. O, en otras palabras, es la virtud de los mediocres. En el otro lado están los brillantes, los inspirados, los superclase: el colorido, la chispa, la verborrea y la espontaneidad, las poesías imprevistas y el torrente descontrolado de ideas geniales.

Sin embargo, desde siempre, he observado (con estupor) que la sociedad valora mucho los logros conseguidos con tenacidad, más que los surgidos de una idea brillante (claro que las ideas brillantes que sirven para algo suelen tener mucho trabajo detrás, pero eso es otra historia). A lo que iba, que los logros brillantes y espontáneos se aplauden mucho menos que los logrados por esfuerzo. ¿Por qué?

1- Quizá porque se piensa que la brillantez es un regalo del azar y la naturaleza, mientras que los frutos del tesón están al alcance de cualquiera que los quiera, sacrificando mucho... y esa persona, en concreto, ha elegido perderse cosas para conseguir un objetivo. El haber sacrificado algo para conseguir un producto lo hace, al parecer, más valioso que si nace de una habilidad genial. El católico valor del sufrimiento, ya saben.
2- Quizá porque al genio nunca podremos parecernos, y sus cimas nos son inalcanzables y, quizá por ello, no nos gusta que sobresalgan. ¿Cómo voy a considerar muy valioso algo que nunca podría hacer? ¿Dejarán de valorar los demás mis logros si fomento el culto a lo excelso y no a lo trabajoso (que es lo que siempre estará a mi alcance)? Ay, la sana envidia patria...
3- El valorar más el esfuerzo para muchos es una cuestión educativa. Dado que es mejor alentar en los demás la tenacidad, que a largo plazo da mejor resultado... lo premiamos. Y a lo demás, lo ignoramos. Por favor, no se equivoquen. Alentar la genialidad no es fomentar la cultura del "pelotazo", del éxito fácil y efímero (a lo euromillones/gran hermano). Tampoco es fomentar la idea de que los logros son fruto solamente de una mayor capacidad, de modo que los poco capacitados están destinados a tener poco o nada (a lo darwinista trasnochado y mal informado). Esas dos tendencias, tan de "hoy", son casi contrarias a la genialidad; no oirán a ningún verdadero genio que las practique.

El caso es, contra toda lógica para mí, que entre la brillantez y la tenacidad, lo normal es apreciar (casi) solamente la segunda. La tozudez, la persistencia, el insistir.

Es cierto que sin la segunda, es difícil llegar a ningún sitio. Incluso las actividades que exigen más brillantez, en principio, también exigen bastante voluntad, sacrificio y trabajo constante. Las bellas artes, la música o la literatura, que sin perseverancia dan para una primera brillante novela o para un único single, pero nada más. Hay que levantarse y escribir cada día, como Umbral, Gala o Woody Allen, te apetezca o no, estés inspirado o no, para ser un grande. Y en la ciencia, tres cuartos de lo mismo ¿Para que sirve una brillante idea si luego no tienes la capacidad de estar en el laboratorio los tres meses a trece horas diarias que hacen falta para ponerla a prueba? Ya se lo digo yo: para pensar "¿por qué no habré hecho algo más antes de que me lo pisase aquel chino?".

Pero que la tenacidad sea necesaria no implica que la genialidad deba ser despreciada o minusvalorada. Una cosa es que para ser un gran X haya que hacer grandes esfuerzos y otra, muy diferente, es obviar/ignorar/despreciar las cosas que no son exclusivamente fruto del trabajo.

La voluntad, la cultura del esfuerzo y del sacrificio son imprescindibles. La genialidad es refrescante. Y lo cortes no quita lo valiente.

Total, que no por genialidad, sino por esfuerzo, me he hechos dos kilometros a braza esta mañana. Como ven, cualquier cosa se puede lograr con interés, voluntad y tiempo. O, como decía el mismo padre (el mio): "Cojones manda en fuerza".

Lo genial es que no me está haciendo adelgazar, sino engordar.

27/8/08

Tu cómo eres pequeña...

Se pierde ingenuidad, se gana solidez, se quema el tiempo, y no hay más.

Hola a todas:

El otro día me descubrí a mí mismo diciendo "tu como eres pequeña aún no has entendido que las cosas duran lo que duran", refiriéndome a las relaciones de pareja.

Posiblemente la frase no sea mentira, o sea verdad en un porcentaje bastante elevado de las ocasiones. Y, sin embargo, denota que ahora hago eso que antes creía que no había que hacer: sustentar mis opiniones, y también mis actitudes ante la vida, en la "experiencia".

La experiencia es la madre de las ciencias, que decía nosequien (¿mi profe de ciencias naturales de 5º?). Es verdad. Pero no partiendo un experimento, ni dos. Hace falta, para que sea ciencia, un número suficiente hasta que la cosa sea significativa. Y, lo que es más importante, con resultados falsables.

¿Cuántas relaciones de pareja tiene uno para atreverse a decir lo que yo dije ahí arriba? ¿Dos? ¿Seis? ¿Quince? ¿Cuántas experimentos hice? ¿Cuántos controles? ¿Cómo de homogéneas eran las condiciones?

La experiencia vital no suele ser de la experiencia que serviría para hacer ciencia (salvo honrosísimas excepciones). Es, más bien, de las experiencias que sirven para sustentar las intuiciones. Que no es poco.

En general lo que la gente llama experiencia es, sobre todo, miedo a sufrir. A ser decepcionado otra vez. O engañado. U olvidado. Es solamente cautela, una cautela extrema. De esa que nos impide enamorarnos como dios manda a los treinta y estar dispuesto a dejarlo todo. Y no sólo contamina los amores. Tampoco los viajes saben igual, ni los primeros días de curro son tan emocionantes, ni las revelaciones son tan reveladoras, ni la vida tan luminosa. Y es que todo lo bueno, sabemos (o decimos saber) trae un regalito de dolor, que rompe a la menor. Y por eso nos la cogemos con papel de fumar.

Y, sin embargo, ninguna de las cosas que nos suele decir la "experiencia" son en si mismo novedosas. Son cosas, peros, que cualquiera puede descubrir si gasta el tiempo y los pensamientos suficientes. ¿O es que acaso con tu primer novio era imposible saber que la cosa podía salir mal? ¿O es que no intuías que tus compañeros de trabajo, alguno, te daría el día menos pensado una puñalada? Si no lo supimos, es porque no quisimos saberlo. No nos interesó.

¿Por qué, de pronto, si nos interesa? Pues por intentar ahorrarnos la hostia. Con ese cinismo uno se ahorra grandes potenciales decepciones, a cambio de perder alguna gran satisfacción (aunque solemos creer que no muchas).

En fin, que alguien me diga "ten cuidado, que el amor no es para siempre: lo veo alrededor y me miro a mi mismo y lo veo, lo medito y es lógico que sea así, me lo dice la razón o la observación o ambas" me parece bien. Pero decir "aún no lo sabes, pero ya lo entenderás cuando crezcas" me parece mierda. Claro que lo sabe. Lo sabe, porque es obvio. La experiencia no enseña nada que no supiéramos antes, o hubiéramos supuesto antes simplemente si lo hubiéramos meditado un poco. Sólo nos demuestra que somos más cobardes.

¿Pero como no hacerlo?, ¡Si es que duele mucho!

Todo duele. Y cuando a uno le han dado bien de palos, tiende a ponerse la venda antes de la próxima pedrada. Aunque la venda insensibilice la piel, aunque pique debajo. ¿Cómo no entenderlo?

Pero entender no implica acatar.

Así que, jóvenes lectoras, ante declaraciones como la anterior les recomiendo que observen lo que tiene en la vida el "experimentado", que ya verán que no les gusta demasiado. Y, como no les gustará, no le hagan demasiado caso. Archiven lo que les dice en la carpeta de "posibles finales". O, incluso, en la de "probables finales" (pero no en la de "ineludibles").

Guarden la carpeta, y seguramente algun dia descubriran que el cabrón, por desgracia, tenía razón.

¿Y qué?

18/8/08

Días de playa.

¡No vuelvo a ir a Benidorm!.

Hola a todas:

Cuando uno es tan gilipollas de no irse de vacaciones en Agosto (aunque sea dos diitas) para mojarse el culo se ve abocado a la tristeza del bañista de interior: las piscinas (publicas si eres del Sur) y los pantanos. ¿Qué pinta peor? Las piscinas con su resacoso socorrista, kiss FM, las señoras evitando mojarse la permanente y los dobles mortales hacia atrás. Los pantanos con la hamaca y la tortilla, los pijos en lancha, el olor del pinar a 35ºC y, de nuevo, los dobles mortales hacia atrás (esta vez desde el patín de agua).

Y como soy gilipollas, pues la semana pasada traté de sobrellevar el calor agostino y madrileño haciendo doblete, un día un pantano, otro una piscina (de la universidad). Pero con la intenresantísima novedad de estrenar gafas de sol graduadas. Los últimos 18 veranos venía luciendo la misma joyita, con grandes virtudes para mis pupilas (cubrían el ángulo completo de visión) y para mi economía (a más de cien euros el cristal, sin ningún extra, no encontraba el momento). Pero causando problemas a mi estética (porque esas gafas le sentaron bien a Cobra y a George Michael, pero en el91) y a mis cristalinos (porque fueron graduadas en el 89). Las nuevas gafas, estilo Blues Brother, no mejoran la estética porque la economía llegó a una tregua con las pupilas, a cambio de que el cristalino viviese más tranquilo. Vamos, que no me tapan del todo la luz del sol, pero a cambio vuelvo a ver nítidamente. Total, que he redescubierto, 15 años después, a las tías buenas y a los tíos buenos.

También, por cierto, respecto a la última vez que vi bien con gafas de sol, he estrenado 10 kilos nuevos. De lastre puro, sí: me ahogaba al largo (yo, que de joven fui socorrista... yo, que de joven crucé el pantano de San Juan a nado...).

Combinamos los tíos y las tías buenas con mi panza y tenemos a un patético: el ridículo que mete tripa.

No se si me daba vergüenza por las chicas, que probablemente ni eran conscientes de mi existencia, o por los chicos, que tampoco. Y, sin embargo, pasé un rato preocupado porque ellas no me viesen y porque ellos me llegasen a ver y tomaran conciencia de su esbeltez en comparación. Aún recuerdo grandes iconos piscineros de mi adolescencia, esos focos de mofa que tantos chistes motivaron: El hombre de los pelos en la espalda, a sus sesenta años, dorada panza por delante, gorila de espalda plateada por detrás. O el hombre del moreno y las flexiones, 50 añazos, doce largos, cincuenta flexiones de brazos, tratando de recuperarse de varios meses de hospital. Me he acordado de ellos hoy, porque he descubierto que, seguramente se sabían ridículos a nuestros ojos, y aun así siguieron en sus trece, yendo a su piscina, a disfrutar del sol, la lectura y las risas de los adolescentes. No como yo, que me he amilanado.

Por supuesto que mi situación no es tan notoria, no llamo tanto la atención. Solo soy un treintañero con sobrepeso y gafas nuevas, que intenta pasar desapercibido. ¿Por qué? Ni idea… vanidad estúpida e inconsciente, del que quiere comparar 17 con 32. Es una idiotez sufrir porque ellas no me vayan a mirar (en realidad son niñas), y porque a ellos no me pueda parecer. Y, aun consciente de lo inmaduro de mi pudor, me dejé llevar por el miedo y la tentación de convertirme en el hombre de la barra del bar, ese que mira a los muchachos y las muchachas acodado, disfrutando de su belleza, mi cerveza y mi sensación de estar por encima de todo eso.

Ya ven, primer contacto con el agua y primera negación de mi realidad: no me gusta lo que parezco (un señor gordo). Peor aún: no es solo que no me guste (que nos puede pasar a todos), sino que delante de la juventud me avergüenza. Vaya sermón que me he autodispensado, acodado en la barra: Que triste, que patético, que superficial. Que falta de personalidad, de seguridad en mi mismo, de sentido.

Así que mientras me duchaba, avergonzado de mi vergüenza, he desarrollado cuatro sensatísimos y saludables objetivos: 1) Mañana volveré, y pasado, y al otro... no orgulloso de mi aspecto físico, pero tampoco avergonzado. 2) Si mi aspecto físico me supone un problema, quizá debería cambiar mi manera de mirarme o, bien, cambiar mi aspecto -aunque lo más sano es lo primero- Aunque sólo me perturbe cuando estoy semidesnudo delante de jovenes semidesnudos (no es una situación tan infrecuente). 3) Dejar de pensar en lo que piensan los/las veinteañeros piscineros... la juventud no es necesariamente una virtud, ni siquiera un referente estético (aunque la condena que supone desear cuerpos jóvenes nos hace pensar lo contrario). 4) Volver a nadar con fluidez... ya no por mi aspecto físico, sino por mi salud y, lo que es más importante, mi orgullo adolescente encerrado en 102kg. 5) Poner en un altar a los señores que iban a la piscina, pese a que nosotros nos rieramos de ellos... quizá para ellos no entrañaba ningun valor, pero aún así, lo tiene (el no temer lo que digan los demas).

Total, que las gafas nuevas me han servido para ver y desear lo que, seguramente, no está ya a mi alcance. Y, tras verlo, desearlo, compararlo y avergonzarme por no tenerlo, he decidido defender mi decadencia como una forma de existencia tan valiosa o más que la puramente estética. Lo feo existe, está ahí, se sabe feo y diferente y marciano, pero ahí sigue. Y va a seguir estando. Porque va a hacer ejercicio para prolongar su vida no estética lo más posible...

Resumiendo, que si un largo tiene 50 metros, dos kilometros y medio son como... ¿50?

8/8/08

Last man stand.

Un día, un verano, un año... sigo viviendo así.

Hola a todas:

¿No les fascina la figura de "el último hombre en pie"?.

A mí mucho.

Ah, ¿Que no saben quién es "el último hombre en píe"?

Es el que muere último de los que defienden una posición, el último que se queda en el nido de ametralladoras, barco hundiéndose o discoteca. Es el último en rendirse, el último en asumir la derrota y el último en renunciar a la esperanza. Es un valiente, por elección, por firmeza, por tozudez o por necesidad. Y es, casi siempre, también un martir.

Si tienes una mentalidad práctica, te parecerá un estúpido. Porque, ¿Por qué no salvar los muebles cuando claramente el plan hace aguas y el coste va a ser inasumible? Si tienes una mentalidad idealista, quizá encuentres algunos porqués: por amor al plan, por ejemplo. O por orgullo (/dignidad). O porque no se quiere uno sentir un cobarde.

Es un papel que despierta mi simpatía porque su tozudez le va a costar todo y él lo sabe. Aún así rinde el tributo que merece su cabezonería y aguanta el tipo. Peleando a la contra y perdiendo. Estuvo en el Álamo, con la caballería polaca y en las Termópilas. Y, sin ser tan dramáticos, insiste en usar la máquina de escribir, en ir a los cines de Gran Vía y en regalar regalos en las bodas. Son esos que creen en algo y no se va a bajar del carro porque vengan mal dadas. Lo conveniente no es razón suficiente.

Mi primer "último hombre" fue el teniente Blueberry, rodeado por sioux y recomendando "tira a matar y guarda una bala para ti".

¿Que no es un último hombre? ¿Porque no tenía más remedio, dado que le iban a matar sí o sí?. Yo creo que no, que también es un gesto valiente, difícil. Porque aunque rendirte no te vaya a servir para salvar el culo, siempre puedes elegir luchar o no hacerlo. Sea en balde o no.

Si vamos a morir de todos modos, ¿Por qué dejarme la piel?. Si vamos perdiendo de 22, ¿Por qué seguir corriendo los últimos diez minutos? Si ya se que el proyecto lo dan a dedo, ¿Por qué presentarlo?.

¿A que todo esto?

Pues a que, en mis fantasías de bañera o de trayecto al curro, no es difícil sentirme como uno de esos últimos en pie. Todos se van, y yo sigo aquí. No se si lo hago porque no me queda otro remedio o porque valientemente decido mantenerme en mis trece. Prefiero creer que es lo segundo, pero casi seguro que es por lo primero.

¿De qué hablo?

De que no quiero vivir como un treintañero.

No es sólo que no soporte los entes bicéfalos, las cenas de parejas, el hablar de niños/decoración/hipotecas. Ni la pena que me da cuando descubro que las perspectivas de futuro ya no les plantean (ilusos) ninguna incertidumbre, que lo que tienen, en un sentido amplio, les vale. Todo eso me desagrada del treintañero común, pero no es lo que más me molesta (aunque, creo, todo son manifestaciones de la misma necesidad de acomodarnos).

Lo que me jode de verdad es que han perdido la perspectiva de lo que es divertido y no divertido. De lo que les gusta y de lo que no. Se han olvidado. O han renunciado a ello. Y lo que les queda es repugnantemente tibio e indefinido.

Cuando era niño me parecía que hacerse mayor consistía en aprender a tolerar el aburrimiento: hacer largas colas, pasar muchas horas sentado, repetir lo mismo una y otra vez, hablar de cosas vanas con gente que te importa un bledo... Ser viejo es aprender a tolerar, incluso disfrutar, de la rutina, lo conocido, lo fácil.

Saber soportar cierta rutina es sano (o, más bien, no hacerlo es peligroso). Pero de ahí a que la diversión sea rutinaria, hay un paso. Y que en nuestro tiempo libre hagamos cosas de las que no estamos muy seguros de que nos gusten, dos pasos. Y, para acabar, que cosas que hace unos años eran divertidas ahora no es que ya no lo sean, sino que no lo deben ser, el paso definitivo.

No hay diversiones que tenga que desterrar por ser mas viejo, ni cosas que me tienen que parecer divertidas por lo mismo. No quiero encajar en un patrón, el de "esto te ha de gustar, esto es lo que hay que hacer".

¿Qué es eso de pasar la noche del sábado jugando a la wii? ¿Que mierda es el sing star? ¿Por qué venís todos en pareja? ¿Desde cuando le gustan a tu novia los juegos de rol? ¿Por qué te vas a casa a la una? ¿Por qué cenamos en un wok? ¿Por qué alquilamos un apartamento tres parejas en Las Negras en agosto? ¿Por qué vamos al cine sin saber que queremos ver? ¿Por qué invitas a tu boda a 72 desconocidos?

Si las respuestas a estas preguntas es "porque me gusta", bienvenidas sean. Si la respuestas son del estilo "porque es lo necesario/conveniente/cómodo", iros a la mierda.

¿De verdad con eso os vale? ¿Es suficiente? ¿Tan cansado es seguir buscando? ¿Tanta pereza os da pensar lo que queréis? ¿Tan importante es el "quid pro quo"?

No digo que no lo sea. Simplemente me/os lo pregunto.

Yo, de momento, no pienso rendirme. Pero sólo porque quiero ser el último.

29/7/08

Las dos caras.

¿Cúando el orgullo es orgullo, o simplemente dignidad?

Hola a todas:

Seguro que han oído eso de "amar quiere decir aprender a soportar los defectos del otro". O alguna mierda parecida.

No podía estar más de acuerdo.

Y es que, por si no se habían dado cuenta aún, virtudes y defectos son las dos caras de la misma moneda. Porque uno que es aventurero, también es irresponsable. Y al sensible también le llaman ñoño. O al tranquilo, aburrido. O al sereno, impasible. Y así.
Son reflejos de la personalidad de cada uno, reflejos que a veces nos gustan (natural, sincero, valiente) y otras menos (maleducado, indiscreto, temerario). Pero, a fin de cuentas, facetas de lo mismo. Que nos parecen mejor o peor según nos convenga o sople el viento. Una cuestión de punto de vista. O de efecto del comportamiento ajeno sobre el que pone el adjetivo. Pero el caso es que es lo mismo.

Es más, los estudios de la personalidad nos permiten saber que ciertos rasgos, además, tienen la buena o la mala costumbre de ir juntos. Y el activo es dominante, y el perezoso hedonista. Y al impulsivo también le cuesta estar solo. Y al que tiene su habitación muy ordenada no le gusta salir de marcha. Emparejamientos que la intuición nos dicta y que los estudios de la personalidad corroboran. Si exploran verán que maneras de agrupar los rasgos hay muchas y variadas, todas seguramente discutibles... pero, desde luego, hay actitudes y comportamientos que correlacionan.

Y ahora vamos a lo que a mí me interesa... Si lo que nos pide el cuerpo es un hombre viril y seguro de si mismo un día, es imposible esperar que ese mismo individuo al día siguiente sea cariñoso y sensible (quien dice al día siguiente, dice a los tres años). Porque cuando uno es viril, lo es cuando nos hace falta y también cuando no. Y cuando es independiente, lo es cuando queremos que nos deje tranquila y cuando no. Y si la cosa es problemático hablando de la misma "característica", imaginemos que pasa con los "bloques de personalidad". Cuando pensamos que, por ejemplo, masculinidad y promiscuidad van de la mano, se nos cae el alma a los pies. O cuando vemos que la paternidad responsable casi nunca coincide con la independencia. ¿Como se puede exigir a algo que sea a la vez una cosa y su opuesta? ¿Cómo se puede querer a la vez lo bueno del otoño y de la primavera? ¿De las lentejas y el gazpacho?

No se crean que es una critica a la búsqueda del "hombre perfecto", ese que es una fiera en la cama (a veces) y nos sabe dar mucho cariño (otras veces), que nos sabe tratar con firmeza en casos de histeria y con comprensión en los ataques de "moco tendido". Tampoco se puede esperar que nuestra novia sea la reina de la noche y siempre se venga de pedo con nosotros y luego no salga cuando se queda sola. O que se vista provocativa para mí, pero no el resto del tiempo. O que le ponga los cuernos a su santo esposo, pero luego no me los plante a mí encimita de las cejas.

Yo creo que hay que saber medir, encontrar los límites a lo posible y tratar de entender el mundo. Tener siempre presente que 1) la personalidad difícilmente cambia (aunque sí sus manifestaciones... y eso nos pude valer) y 2) que las virtudes son los defectos.

Así nos ahorraríamos muchos berrinches.

¿Qué soy un conformista? ¿Demasiado cerebral? ¿Un gris? ¿Que no tengo pasiones? ¿Qué por qué no pedirlo todo?

Pues, sencillamente, por ahorrar en dolores de cabeza, en malos tragos y en meses sintiéndose uno un estúpido.

Claro que siempre puede uno decir "que me quiten lo bailao".

¿Será eso orgullo?

15/7/08

Marchando.

Y aunque allí no quede nadie, y sea para mal, me vuelvo hacia el hogar.

Hola a todas:

Vuelvo.

Como volvieron Torrente, Robocop y Siniestro Total.

Porque lo mío es volver, como para otros es pasar.

La verdad es que quería que me saliera un post alegre. Porque los últimos todos han sido o claramente tristes, o claramente amargos, o desdichados, así, en general. Y, ya se sabe, los hombre tristes follan menos (por lo mismo que los pianistas alegres están en el circo).

Y dado que me siento triste, cuando intento forzar la sonrisa me sale una mueca, como de niño al que no le ha gustado el regalo de su tita. Y los chistes suenan hueros, necios, como de Felix "el gato". Porque lo son. Porque todo lo que pienso hoy atufa a nostalgia de lo que aún no se ha perdido. Pero por poco.

Cuánto voy a echar de menos los 18 grados centígrados de máxima, las 20 horas de luz sin persianas, la siempre "inprevisible" lluvia diaria, a los turistas que perturban (en castellano) la paz de la ciudad, la cama de un palmo y medio de ancho, las cuestas arriba constantes, los borrachos que te abordan (pero siempre sonrientes), los seis gaiteros que ensayan en la Royal Mile, los billetes de monopoly del Bank of Scotland, del Royal Bank of Scotland y del otro que nunca me acuerdo...

Se van el anonimato, la soledad, el compartir piso (aunque parezca contradictorio con lo inmediatamente antes expuesto), el currar sin interrupción posible casi toda la jornada laboral, la rutina y la monotonía.

Aunque para un ojo inexperto parezcan más bien cosas incomodas/molestas/de mierda, pueden ser grandes tesoros. Como lo es una lata de baked beans en una isla desierta.

Porque todas son manifestaciones, más o menos perturbadoras, de una sensación de tranquilidad total, de un paréntesis que se me ha hecho largo, aunque ahora me parece que ha sido corto. Una sensación de independencia que no residía en poder tomar sin cortapisas mis propias decisiones, en elegir entre las infinitas posibilidades que se me ofrecen o me genero. Sino porque esas posibilidades eran muy pocas, porque no había nada que elegir. Libre de tener que decidir nada. Ha sido una cámara de aislamiento sensorial, ha sido flotar en una piscina de agua caliente en una gruta mal iluminada. No hay mucho más que hacer que estar, y ser consciente de que se está. Ha sido un kit-kat, un "momento para mi" que viene durando seis meses (con alegres interrupciones). Y ahora estamos de post-anestesia.

Vuelve la alegría, los amigos, la fiesta, los desayunos, las comidas y las cenas. Y con ellos vuelve todo lo demás. Y, en el barullo, pasan los días sin notarlos. ¿Eso es bueno? No lo se, pero ahora mismo me parece que no. Tener la vida muy llena de ruido, gente y trajín está bien, distrae. Pero, ¿de qué? Pues de las semanas que duran siete días, cada uno con sus 24 horitas completas, todas ellas de 60 minutos. El ruido camufla el paso lento de los días. Pero, ¿para qué? Si, en realidad, no hay tantos como para querer que pasen inadvertidos...

No esperen de este lado una respuesta. Para mí es un misterio.

La lentitud es aburrida, pero es. Tiene un sabor determinado, muy definido, inconfundible. Ahora vuelvo al lío, al tutti-frutti, a la hamburguesa con ketchup, mostaza, mayonesa e incluso brown sauce. Es bienvenido, desde luego (mentiría si dijera que no le he echado de menos). Pero más que alegría, ahora mismo lo que siento es pena por lo que se lleva por delante.

Parece raro, pero, ¿no echan de menos, a veces, aburrirse?, ¿No han añorado la rutina?, ¿No tener nada mejor que hacer que meditar?, ¿Que cada segundo sea eterno, larguisimo?, ¿Que las opciones a tomar sean una o ninguna?

Pues para mí se acabó.

Vuelve mi vida (la de antes). ¡Bienvenida!

9/7/08

Liberal.

No te da derecho ni el derecho mercantil.

Hola a todas:

Tiro de diccionario: Partidario de la libertad individual y social en lo político y de la iniciativa privada en lo económico (RAE dixit).

Ahora tiro de diccionario propio: Liberal es aquel que pone la libertad individual por encima de cualquier clase de normativa/derecho de una comunidad.

Si se aplica al comportamiento social, nos referimos a gente que le parece bien que se folle antes del matrimonio, que te cases con alguien de tu mismo sexo o que los negros tengan tanto derecho a votar como usted y como yo (y quien dice los negros en los USA en los 60 dice los sudacas en España en el 2008). O al que no le importa que se vaya a recoger el premio Nobel en chanclas, se venda droga en el super o que los testigos de Jehova no admitan las transfusiones.

Si se aplica a la economía se refiere a gente a la que el estado le molesta. Les parece que la iniciativa individual y el conjunto de estas, que constituye "el mercado", debe ser lo único que regule la vida económica (la vida, en general) de las comunidades. Es decir, que les jode pagar a hacienda, TVE, la existencia del finiquito o que las operadoras de móviles pacten precios. Que no pueden dormir por la acción de oro de Telefónica, la regulación del precio del tabaco o los astilleros.

Es curioso que en estos tiempos modernos ambos mensajes parezcan no poder ir de la mano. O, al menos, eso se lee en mi esquema:
- Liberal en lo social y lo económico, anarquismo del clásico (o del menos clásico).
- Liberal en lo social y partidario del control estatal en lo económico, socialismo y comunismo sensu laxo (quiero decir, lo que hasta hace nada entendíamos por socialismo y comunismo)
- Liberal en lo económico y partidario de limitar las libertades individuales en lo social, la derecha como la entendemos aquí y ahora (o, al menos, como la entendíamos hasta hace igual de nada).
¿Que me queda?... ah, sí, partidario del estado y partidario de la regulación de las libertades individuales... ¿fascismo? (bueno, para ser fascista se necesita también un fuerte sentimiento nacionalista, de esos que justifican que ud. y yo no tengamos los mismos derechos porque vivimos en sitios distintos).

La realidad, por cierto, no se ajusta a este esquemático patrón... era sólo para aclararme, para no perderme, porque cada vez es todo más confuso (desde que se murió la ideología es difícil aclararse). Quiero decir, ni las izquierdas de ahora pretenden abolir la economía de mercado y dejar que el estado lo controle todo, ni las derechas de ahora quieren mantener el comportamiento social bajo un estricto control (como el que ejercía antes la iglesia, por ejemplo). La fusión y el mestizaje, tan de moda y tan fructíferos (ya saben, Manu Chao, Bebo y el Cigala, etc).

Eso sí, tampoco hay que pasarse. No hay que llegar a que la izquierda devuelva dinero de los impuestos en vez de repartirlo con “justicia”. O que la derecha prometa ayudas (hombre, si es a los empresarios…).

En fin, todavía ni he “encarrilado” el post. Porque la cosa no iba de decirles todo lo que no entiendo, sino de lo que entiendo. Quizá demasiado bien.

Me aburre ver en la tele/la radio/los periódicos/los blogs, o entre mis allegados, llorar a los que hasta hace nada se autodenominaban “liberales”. Ya saben, los de cero impuestos, viva el libre mercado y la mano invisible, mira como suben mis acciones de ACS y el valor de mi piso. Pues ahora esos han invertido el 100% de su tiempo en llorar y berrear pidiendo ayuda al Estado para sobrellevar la crisis (quien dice Estado dice Ayuntamiento, o dice sus padres).

Que las ideologías han muerto. Vale. Que la coherencia, incluso individualmente, es imposible de conseguir. Me lo trago. Que no sabía lo que decía. Desde luego. Que soy un farsante, sólo busco mi interés. Pues sí.

¿Dicen eso? Pues alguno habrá, pero no es lo que yo oigo. De hecho, cualquiera de esas razones los haría algo merecedores de mi respeto. Lo que no puedo soportar, sinceramente, es que sean completamente incapaces de darse cuenta de que su discurso de ayer es complemente contrario al que sostienen hoy. Que se sigan sintiendo “coherentes”. No es que pretendan vendernos la moto (eso tendría un pase), sino que son tan gilipollas que su única ideología es “dame lo mío”, “haz lo que sea para que yo está mejor”, “necesito más”… y no lo saben.

Lo que me molesta ni siquiera es que su pensamiento se reduzca a eso. Ese discurso también lo siguen los polluelos de paloma y mi hiedra y no pasa nada. Lo que me indigna es que no se enteran de que sus argumentos, leídos en su conjunto, sólo contienen eso: dame más. Y les juro, me consta, que hasta hace poco algunos eran seres humanos normales. Hasta inteligentes.

Debe ser que no oyen ni sus propios pensamientos por culpa de sus, también propios, gritos: mío, mío, mío, mío…

A ver si hay suerte, les dan lo que creen que es suyo y revientan. O, por lo menos, se callan.

28/6/08

¿Amiga mía?

El mismo teatro en el que tantas veces actuó.

Hola a todas:

Dicen que es consuelo cuando se está jodido, darse cuenta de que hay otros tan jodidos como tu.

Cuando ves que, tú y los que están tan jodidos como tú, tropezáis siempre en la misma piedra, empiezas a creer que ahí puedes encontrar una verdad universal sobre la estupidez humana: así nace una opinión/teoría.

Y cuando te crees que eres científico, alguien también se lo cree y te da el crédito (y el dinero) para hacer experimentos, decides analizarlo de verdad. Para que pase de ser una "verdad de bar" a una "verdad científica". Calculando hasta donde se puede confirmar la hipótesis, por donde flaquea, donde están sus límites estadísticamente establecidos….

Y entonces conoces por qué pasa lo que pasa, a quien le suele pasar y que cosas hacen los que no lo sufren para que no les pase.
Lo que no quita, se lo juro, para que uno vuelva a caer en lo mismo.

¿De qué estoy hablando?

Yo, como observador y sujeto observado a la vez (puro y acientífico psicoanálisis) me encontré un millón de veces, o dos, en la desesperante situación de haber estado "cortejando" (desde mi punto de vista) durante meses a una mujer. Una mujer que, según su punto de vista, había conseguido un “más mejor amigo monísimo” en los mismos últimos seis meses (esto es, yo). Tras el primer millón de amigas empecé a darle muchas vueltas, a ver si entendía por qué. Para, si eso, no volver a cagarla otra vez.

Luego, de pronto, te das cuenta de que hay otros tan tontos como tu. Otros muchos, también enamorados de chicas que también se crían sus amigas. Y todo por sus intentos de arrimarse a ellas a cualquier precio, no dejando claras sus intenciones. Y claro, el día que daban el paso de decirle "te quiero" le dejaban anonadada y patidifusa, no entendiendo por qué le hacía eso su más mejor amigo. Por supuesto, eran rechazados... “no hay que enturbiar la amistad”, “me gustas pero no estoy enamorada”, “pero si estoy enamorada de tu amigo Rafa”, etc. Culminando, claro, con el "pero quiero que sigamos siendo amigos" (caer en esta segunda "trampa" ya es opcional, pero también nos la comemos casi todos).

Me pase años "educando". Diciéndoles a ellas que sus amigos se las querían follar (no se lo creían, hasta que les preguntaban... y salvo algún patético mentiroso que quería ganar puntos, casi todos los “amigos" lo reconocían como cierto). Diciéndoles a ellas que las amigas de sus maridos eran, en realidad, pasados perdidos intentos de echarse novia (incredulidad, hasta que preguntaban a sus maridos, que ya no tenían verdades que esconder). Diciéndoles a ellos qué no hay que hacer para caer en la amistad, cuando no es lo que buscas (no ejercer ni de oídos ni de hombro; no relacionarte con ella en un contexto demasiado amistoso, p. ej. pintando tazas; no empezar tomando café; no aguantar charlas sobre otros tíos; no ocultar completamente nuestro interés en ella como mujer, deslizando alguna insinuación... una cada hora; no ser demasiado “rápido” desnudando nuestra alma).

Y, pese a todo, esos mismos años seguí tropezando, una vez. Y otra vez más.

Y, luego, juntándome con otros como yo, o incluso que habían indagado en esto más que yo, hacer un estudio “serio". Para tratar de ver de verdad a quién y a quién no le ocurre, y qué caracteriza a los actores de estas situaciones. Ahora lo que tengo es (casi) un artículo sobre este tema.

¿Qué hemos entendido? Pues:
- que acabar siendo catalogado como amigo sin querer es una cosa de chicos.
- que parte de culpa la tiene la herencia cultural que nos dejó el catolicismo. Porque muchos de nosotros creíamos que acercarnos a una chica con las cartas sobre la mesa era causa inmediata de rechazo. Quizá porque lo era.
- que es “sólo” una cuestión de comunicación entre hombres y mujeres.
- que los más jóvenes lo van entendiendo y ya no es tabú acercarse a una mujer sólo para ligársela. O, desde la otra orilla, ya no es motivo de vergüenza o deshonra que un hombre se te acerque sólo para intentar seducirte, ni es una humillación a tu condición humana. Que te vean como mujer ya no quiere decir que te vean SÓLO como mujer.

Y entonces cuando todo encaja, cuando todo parece adecuarse a unas reglas, tener un sentido, te encuentras entre las manos "casos particulares" que no se ajustan, ni cumplen con lo previsto.

Les juro que durante todos estos años busqué mujeres que hubieran mordido el mismo anzuelo, el mismo señuelo tropical. Que hubieran largamente acompañado a un chico, escuchado sus largas monsergas sobre su vida, su padre, sus problemas o incluso sus novias. Que hubieran estado ahí, generando lentamente intimidad, complicidad. Y que un día, cuando se sentían seguras de que se habían "generado amor", encontrarse con que lo generado era amistad y no enamoramiento. Ahora dirán, todas ustedes a coro: falso… Si que hay chicas que han sufrido eso. Pero analícenlo detenidamente. Es cierto que hay chicas que "persiguen" a un chico... pero, o bien ellas nunca se atreven a sacarlo a la luz o, el chaval, ante el inusitado interés que ellas tienen en él entienden “de que va la cosa”. Y, una vez entendido, algunos desaparecen prudentemente y otros se lanzan a ello. Con más o menos interés en el amor, y bastante interés en el sexo. Porque, como es bien sabido (sabiduría de bar y de la publicada en revistas científicas) nosotros casi nunca dejamos escapar una oportunidad.

Como les decía, busqué y busqué, en fiestas y reuniones, preguntando a amigas, a amigas de amigas y a completas desconocidas. A compañeras de trabajo y a ex-alumnas. Y a ninguna encontré que hubiese sido la "amiga que quería ser novia" en este juego. A cambio si me encontré que todas ellas, o casi, habían tenido amigos que en un momento dado habían intentado "algo". Y oí aquello de “cómo los hombres piensan con la polla han tenido que estropearlo todo”. Traté de explicarles que seguramente su intención siempre fue "ligarselas". Vamos, que no es que la polla empezase a confundirles cuando ya eran grandes amigos, es que siempre estuvo al mando. Incredulidad, claro.
Por cierto, antes de que se rasguen las vestiduras o empiecen a desconfiar y sentirse incomodas con sus amigos varones, sepan que fuese lo que fuese lo que les motivó a arrimarse, el caso es que ahora sí son sus amigos. Y punto (no le den vueltas; es más, no pregunten si no quieren sentirse incómodas... como ya dije una vez, hay que procurar no preguntar lo que no se quiere saber).

En fin, que tras años de indagar dí el asunto por zanjado. Las encuestas en las que se basa la publicación, nuestro trabajo científico, no hizo sino darme la razón.

Y un día llegó, como un mes antes de cerrar el artículo, esa mujer a la que le ha pasado lo mismo. Que ha pasado días y noches tras un muchacho, ha aguantado a su lado muchas tardes de café y noches de luna, ha notado que nacía su interés, su simpatía, quizá su amor.... y al final, un día tras el cine, ha osado enfrentarse al sí o al no. Y ha descubierto que las cosas no eran lo que ella creía.

Les juro que me ha alegrado encontrar una excepción. Aunque de al traste con los principios que sostenemos nuestro artículo.

Ahora toca entender por qué.

¿No les parece super distraído?

En cuanto a mí, les diré que sigo picando. Quizá es masoquismo. O que no se que una mujer me gusta hasta que es demasiado tarde. Eso sí, ahora lo vivo más deportivamente, sabiendo que perder es parte del juego. Me planto ahí, y mientras con la derecha subo el telón, recito mis líneas, y espero su réplica. Tantas veces oída, tan conocida, que ya me parece la extensión lógica de mi dialogo.

19/6/08

Capear el temporal.

¡Menos mal que nos queda Portugal!

Hola a todas:

Todos los días hay que capear el temporal. Todos y cada uno de ellos. Los imprevistos esperan detrás de cada minuto para dar con todo al traste.

Todo.

Al traste.

No hay manera de que mis pronósticos se cumplan. Y, por tanto, tampoco los planes urdidos sobre estos pronósticos. Y eso que siempre contemplo las opciones más rocambolescas, o eso me parece a mí. Que empleo siempre la sentencia “Si quieres hacer reír a dios, cuéntale tus planes”. Pero ni por saber eso atino.

En fin. Que la vida no es el ajedrez. Ni el Puerto Rico. Vamos, ni el Risk. Uno piensa, calcula, prevé, estima… y traza un plan. Que al final siempre tiene que doblar y tragárselo, o algo peor.

Y, la verdad, es que es triste… porque lo que si tengo es tendencia a “jugar estratégicamente”, tratar de organizar mi vida pensando en el largo plazo. No pretendo ser Glenn Close, ni en “Damages” ni en “Las amistades peligrosas”, pero al menos me gustaría atinar de vez en cuando.

Quizá es que estimo mal las probabilidades de que las cosas ocurran en un determinado sentido. O quizá me cuesta descifrar las aspiraciones, posibilidades e intereses de los demás actores. O quizá los eventos improbables no son tan improbables. Porque te enamoras, te mueres o te toca la lotería. A ti, a tu protector o a tu adversario…

O quizá, simplemente, es que soy tonto del culo.

¿Se les da a ustedes igual de mal? Dicen que ustedes son mejores en esto que nosotros. ¿Cuál es el truco? ¿Qué hay que hacer para poder decir “me encanta que los planes salgan bien”?

Menos mal que me queda Portugal. Para salir por la puerta de atrás, lamerme las heridas, rearmarnos y volver al ataque. Con una nueva estrategia, escrita en luso.

Ese es el nuevo y flamante plan. A ver si dura.