21/12/08

La cena del burguer.

Haremos una guerra de muslos de pollo, de hogazas de pan, de conchas de centollo.

Hola a todas:

En esta época tan propicia para comerse la cabeza y echar de menos o más a la familia según falte o no, en que nos acordamos de los seres queridos y en que, para dejar de quererlos un poco, nos reunimos con ellos para comer marisco y destripar a los cuñados, en nochebuena con mis padres y en navidad con mis suegros, quiero hablar de las tradiciones.

¿De dónde nacen? Pues, supongo, de repetir un acto reiteradamente en el tiempo (desayunar juntos los lunes, ir juntos al poblado a comprar cocaína) un número razonable de veces hasta que, por aquello de que el roce hace el cariño, se nos hace imposible pensar en llevar a cabo tal acto sin esas personas (y lo añoramos si es que un día, porque está de vacaciones o porque se le ha llevado el sida, no puede venir).

¿Para qué sirven? Las tradiciones deben ser beneficiosas en algún sentido, porque proliferan con relativa facilidad. Una de las razones por las que, creo, son ventajosas es porque, si las comparten al menos dos individuos, sirven de punto fijo en el tiempo para encontrarse con los otros cofrades y hacer algo determinado, divertido (darse regalos) o no (un funeral). Algunas tradiciones implican a muchos (las doce uvas o el desfile del 12 de octubre, creo) y otras a uno o ninguno (la colada de los viernes).

¿Cómo y dónde se ubican? En general las que afectan a muchos se suelen colocar en momentos en que hay algo que celebrar en común (la llegada a América, el nacimiento de un niño judío y su posterior muerte), aunque, de estas, muchas son meras excusas (san Juan es el solsticio de Verano, san José la llegada de la primavera, la virgen de Agosto el comienzo de la vendimia y así). Muchas de las que afectan a pocos, también consisten en celebrar la duración de algo (un año de boda, un año de nacimiento, un mes en el paro...). Muchas se celebrán en la intimidad del hogar paterno, aunque algunas exigen espacios púbicos, por el número de asistentes (como la puerta del Sol o el campanario de la iglesia del pueblo).

A mi me gusta mucho generar tradiciones, pues me dan cierta certeza de no perder el contacto con gente que he querido (excluyendo la existencia del teléfono, el correo postal y el facebook, claro). Si la gente se acuerda y viene, además de recordar los viejos tiempos y ponerte al día en las pocas cosas que nos suelen pasar en la vida, también se pueden estudiar (y comentar) detenidamente los cambios que el tiempo causa a los asistentes (sobre todo si los ves de año en año), en las parejas de los asistentes (esto en voz baja y haciendo grupitos) y en los asistentes de otros años este año ausentes (y sus parejas, claro).

De todas las tradiciones que he impulsado, con diferente éxito (de las partidas los martes en mi casa nunca más se supo tras el primer resacoso miércoles, y la comida del domingo con invitado sólo duró una temporada), la que más me gusta es la cena del burguer. Nació de estar hasta los cojones de tener que reservar mesa con antelación y que luego nos clavaran miserablemente por comida malucha para cenar con los compañeros de carrera. Por eso es en el burguer (comida malucha pero barata y sin problema de sitio). La fecha también quedó fijada en el último día de clase antes de las vacaciones (o, a lo más, ese fin de semana). Y los invitados son todas aquellas personas que, a lo largo de nuestra trayectoria universitaria, nos hemos ido topando (eso incluye gente con la que fuimos a clase y, por acumulación, varias generaciones de gente a los que les hemos dado clase). Todos son muy bienvenidos, pero a mi me hace ilusión ver a los que menos veo (esto es, a los compañeros de promoción que no han seguido en la ciencia y que se han puesto a tener hijos y hacer dinero con desigual suerte).

¿Recuerdan el post de mi cumpleaños? Ese en que me extrañaba de la caída de la edad media de los asistentes a mi cumpleaños, y me preguntaba donde estarían los viejos amigos. Pues no se donde estaban, pero si se donde estuvieron anoche. En la cena del burguer. Media de edad, referida a mi, +0,6 años, y sólo un 23% de mujeres. Un exitazo.

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