26/5/08

Lokuras.

En los carteles van los importantes, este carro sólo es de comediantes.

Hola a todas:

Este post iba a ir de los mensajes sensatos en la boca de quien no lo esperaríamos. De las reflexiones profundas hechas por locos, imbéciles o ignorantes. De la sabiduría de los tontos. Y de que, quizá, eso es posible porque "del rollo de vivir" no saben más los doctos que los palurdos.

Pero en el transcurso de la redacción del texto (que a mí me suele tomar bastante tiempo porque corrijo y recorrijo), mientras pensaba en una meditación que lo ilustrase, me han asaltado de mala manera ciertos recuerdos. De esos llenos de melancolía y de "con lo que fuimos". Y me ha parecido que nada de lo que yo pudiera decir en favor de las corduras de los locos sería más esclarecedor que la declaración de uno de ellos, que en el pasado suscribí al 100%.

Seguro que ya han notado que, aunque este no es un blog musical sensu estricto, sí que tengo afición a la música. Hoy voy a ilustrarles la locura lúcida con un trozo de canción. Es una canción que un amigo y yo cantamos muchas veces, muchos ratos, a lo largo de dos semanas que pasamos en Nueva York en un congreso allá por el 2002. La usábamos siempre que nos encontrábamos con alguien obsesionado con el trabajo, con sus éxitos (científicos, se entiende) y que se tomaba demasiado en serio la vida. En fin, lo digo con cierta tristeza que seguro que no se lee, porque los años nos han llevado a ambos por diferentes sitios. Y aunque yo creo que aún me atrevería a entonar la canción, creo que él no está en posición de hacer lo mismo.

He corregido la ortografía original, plagada de kas, y el formato. Porque siendo menos "anarkopoesía" su lucidez resulta algo más impactante. Ahí va:

Se pasan el día hablando de la jornada de trabajo: a ver quién hizo más horas extras, a ver quién sacó más pesetas. Para pagar esas deudas, de la cocina y la nevera, garaje y televisor, el piso y la calefacción. ¡Y a mí me llaman extraño porque me tomo vacaciones casi todos los días del año! ¡Que les den por el culo! (yo me como otro pirulo).

No creo que Manolo Kabezabolo pase a la historia como un pensador mediano. Ni siquiera como un músico mediano. Ni siquiera como un músico. Sin embargo, como decía, a lo mejor merece la pena escucharle un rato. Un poquitín. Aunque luego se le llame anarquista infantiloide, hedonista irresponsable, despojo social, chupóptero, o lo que se quiera. Y se le ponga a parir mientras uno cierra caja, consulta el precio de sus acciones en internet o se asegura de que el despertador, efectivamente, sigue estando programado para sonar a las 6:13.

¡Qué bien nos saben esos 3 minutos de sueño que se le roban al día!

Y eso seguro que no lo sabe Manolo. Ni se lo imagina.

25/5/08

No aprendo de los piratas.

Qué dolor sucio y traidor.

Hola a todas:

Hoy quiero hablar de la traición. Desde luego con una óptica miope, simplificadora y ridícula. Como siempre.

¿Qué entiendo yo por “traicionar”? Traicionar a alguien es hacer algo, o dejar de hacer algo, contrario a lo que esa persona espera de nosotros, ya sea por contradecir un acuerdo explícito, implícito o por contravenir nuestro modo habitual de comportarnos. Esto puede ir desde no llevar cerveza a su fiesta hasta votar en su contra en el Consejo de Administración. Por tanto, aún falta algo más para cerrar la “definición”. Y es que ese “comportamiento no esperado” tiene que ser percibido como perjudicial por el traicionado. Esas consecuencias negativas pueden ser, por tanto, completamente subjetivas. Por ejemplo, que te pongan los cuernos en sí mismo apenas causa un perjuicio evidente al cornudo, pero subjetivamente se suele sentir como un dolor grave, asociándolos a “falta de amor”, “falta de respeto”, etc. La traición se puede dar en toda clase de vínculo, pudiendo traicionarnos (o ser traicionados) desde nuestro compañero de mus hasta nuestra hermana.

El traidor se es más fiel a si mismo que a otros. Y eso, la verdad, nos pasa a casi todos en un momento u otro. Diría que es muy humano, pero es que no es sólo humano. El sentido de un/todo ser vivo es garantizar su existencia en vez de lo contrario. A eso se ha dedicado casi toda su existencia, y la de su antepasado, y la del anterior... haciendo toda clase de cosas para seguir vivos y reproducirse. Y eso incluye ser leal, si es conveniente, o ser desleal, si eso nos es más favorable (no perder de vista los objetivos...).

A los puristas les reconoceré que esto es una simplificación. Seré más “exacto”: los organismos vivos desarrollan estrategias que tienden a maximizar la existencia y subsistencia de ellos mismos y sus parientes (digamos, dicen, "de sus genes"). La vida, los seres vivos, son así. Van "a lo suyo" y a "lo de los suyos". Así que, digo esto sin asombro ninguno, la traición es muy natural y no serlo va, cuando respetar nuestras lealtades nos es desfavorable, contra natura. Lo cual, a mi entender, no la justifica.

Es natural, por tanto, que los seres humanos traicionemos. Y estas traiciones, normalmente, las motivamos. Si los motivos importan, yo no lo se. No se si es lo mismo denunciar a un amigo que ha matado a alguien porque se cree en la ley a lo Kant, porque se tiene miedo a ser acusado de encubridor, porque se tiene miedo de ese amigo ahora criminal, por la recompensa que se ofrece, o por otra mil posibles razones. El caso es que ese amigo, que confiaba en ti, está enchironado.

Lo que sí se es que parece ser que la traición está en la forma de ser, es connatural a algunas personas. Parece ser que el que traiciona, tiende a hacerlo una y otra vez. Al menos en experimentos de laboratorio, donde el “traidor constitutivo” traicionan en juegos de muy diferente naturaleza, y traiciona a conocidos y desconocidos. Esa "tendencia a la traición" podría indicar que no importan las razones, que uno siempre puede encontrar motivos que hagan parecer justificable la traición.

Tengan (como siempre) en cuenta que estos experimentos son en laboratorio, no "situaciones reales": ya saben de lo que hablamos, los peligros de generalizar, lo artificioso de las pruebas en laboratorio y etcétera... Si una bacteria que en laboratorio se come el plástico en el campo sólo sabe comer azucarillos, imagínense lo distinto que podemos comportarnos las personas.

Así que opto por mirar alrededor, a ver si es cierto que el traidor es reincidente. Pero como la traición es una cosa que suele quedar oculta, quizá sólo nos queda para evaluarlo mirarnos a nosotros mismos (aquí un profundo ejercicio autoexploratorio…. ¿han acabado?). Como a mí mirarme el ombligo (o que se lo miren ustedes) no me sirve para seguir con el argumento, pasaremos en los traidores públicos. Hay miles de ejemplos, pero a mí me apetece resumirles la vida y andanzas de Joseph Fouché, un caso histórico paradigma del que sabe cambiar de chaqueta una y otra vez. Nació, como todo gran político, en el seno (esto me encanta) de una humilde familia marinera y llegó a la política previo paso por un seminario (donde, suponemos, se le instruyó en las artes que tan buen nombre le dieron). Como político supo sobrevivir a una época en que lo común es que a los gobernantes, antes o después, se les cortase la cabeza. Su carrera comenzó con la revolución francesa, su pasaporte para acceder a la Asamblea Nacional. Allí en un primer momento se adhirió al partido girondino (monárquico moderado), que era mayoría. Pero según el partido pierde poder se fue pasando, silencioso, al lado radical (los jacobinos). Tan notorio fue el cambio que promovió la decapitación de Luis XVI. Como parecía un buen tipo, los jacobinos le enviaron a provincias, distinguiéndose por su “eficaz” campaña antireligiosa (de seminarista a matacristianos). A su vuelta a París ha de enfrentarse a Robespierre, el líder de los jacobinos, que desconfía (supongo que con razón) de él. Y aunque Robespiere en esos años había logrado decapitar a muchos de sus adversarios (antes aliados), Fouché salio airoso y fue su “jefe”, tras un golpe de estado, el que acabo sin cabeza. Por su celo asesino en la etapa jacobina nuestro protagonista lo tenía difícil para salvar el pescuezo. Pero empleando toda su habilidad política no sólo fue amnistiado, sino que se le nombra ministro de la Policía. Desde este puesto controlaba una amplia red de espías que, en su momento, no dudó en poner al servicio de otro golpe de estado, el que entregó el poder a Napoleón (del gobierno del pueblo a respaldar a un emperador). Por los servicios prestados siguió siendo Ministro. Pero Bonaparte, tras saberle envuelto en diversos intentos conspirativos, lo castiga mandándole a gobernar Croacia. Como el hombre no debía estar contento con el destino, se puso de nuevo a conspirar, esta vez para que volvieran los Borbones. Lo que no quitó para ser nombrado de nuevo Ministro en el breve retorno de Napoleón. Tras la derrota definitiva de Waterloo se pasó a la restauración monárquica, ofreciendo el trono a Luis XVIII. Lo que es muy gracioso, si tenemos en cuenta que Fouché fue uno de los partidarios de la ejecución de su hermano Luis XVI.

En resumen: empezó masacrando a sueldo de la Revolución, traicionó a Robespierre, sirvió bajo Napoleón y, cuando éste perdió el poder, se pasó al bando monárquico.

Históricamente también se nos dan soluciones a la traición. Aplicando el lema "Roma no paga traidores”: en vez de los denarios prometidos te regalo esta puñaladita. O como al parecer hacían los piratas: una vez que un traidor de un barco adversario nos ayuda a "tomar" ese barco, la primera acción que lleva a cabo el nuevo capitán es pasar a cuchillo (con escarnio público, por cierto: el que avisa…) a los traidores que le acaban de ayudar. Porque el que es capaz de traicionar, el que se deja comprar, lo puede volver a hacer. Y más vale ser cruelmente cauto que lealmente traicionado.

Por lo que se ve, ni Marco Pompilio Lenas ni los piratas creían que las razones tuvieran importancia.

Yo, que sólo pirateo CDs y no hablo latín ni en la intimidad, sí creo que las razones importan. Que sí tiene interés saber por qué la gente dice que hace esas cosas (eso sí, sin perder de vista que la gente miente, incluso a si misma). Eso no quita para tener presente los experimentos que dicen que la traición está en la "forma de ser" de algunos. Que ese amigo que ante usted pone a parir a otros amigos, probablemente haga lo mismo con usted cuando no esté presente. O esa compañera de despacho que airea las intimidades de otras compañeras, hará lo mismo con las suyas (si las llega a conocer).

Por eso la próxima vez que alguien les cuente un secreto de otro, o ponga los cuernos a su novia con usted o trate de engañar al dividir el precio de la cena, pregúntenle por qué. Y apunten que es capaz de hacerlo en una agendilla. No les va a ayudar a evitar la traición. Pero siempre es mejor saber.

Creo.

11/5/08

Mi sociedad gastronómica.

Sopas de sobre, ¡no!

Hola a todas:

Mi primera foto en este blog (salvo el cuadro de ahí al lado).



Eso que han visto es un cocido madrileño (sin morcilla). No tendría mayor interés excepto por el detalle de que está realizado íntegramente en Edimburgo, una ciudad en la que no es fácil encontrar todos los ingredientes. Lo cual demuestra que soy un excelente proveedor de alimentos sanos y equilibrados. Y que sé de tareas domésticas. Y, por tanto, que soy un gran partido.

Mientras alguna de ustedes se decide a compartir mi mesa y mantel (pa empezar), en esta casa damos de comer a exiliados, españoles y extranjeros, los domingos. Grandes joyas gastronómicas peninsulares de ayer, hoy y siempre: macarrones al horno, unas judiitas blancas o el fotogénico cocido.

Cuando éramos más jóvenes ya hacía yo, en sano complot con mi compañero de piso, comidas domingueras. En las que invitábamos a viejos amigos, a nuevos amigos y a chicas que yo me quería ligar. Y a su novia.

Me encanta cocinar. Me encanta compartir lo que cocino. Y me encanta conversar mientras comparto primero, segundo, postre, café, copa y puro. Es la única manera que me parece eficaz para fomentar que las personas se desnuden, se dejen conocer. Para profundizar en los siempre y asomarme a los nuevos. Ya me dijo alguien que comer es el método que yo empleo para encontrar a los demás interesantes. Y para darle pinceladas de rosa a la vida. Yo más bien creo que no está en mis ojos, sino que es cierto que la gente se abre más delante de un guiso humeante. Porque disfrutar de una comida casera (no de diseño) en una casa (no en un restaurante cool) es una situación muy íntima, en que las personas se encuentran cómodas, arropadas, domésticas. Y que por eso son más ellos, se dejan las caretas, el maquillaje y el vestido de faralaes debajo de la servilleta y se disponen a mancharse los carrillos con salsa de tomate y a que se les vean los alambres. Sin miedo ni vergüenza ni pudor.

Pero sea mi vista, o sea que de verdad comiendo la gente se "suelta", el caso es que el protocolo de traer invitados los domingos es una de mis actividades favoritas. Antes lo hacía mucho. Pero en los últimos años la cosa ha decaído, quizá por falta del público adecuado, quizá por el declive publicitario que padece la dieta tradicional/mediterránea... quién sabe. El caso es que he ido a caer en un sitio donde, sin quererlo, he resucitado una de mis más amadas tradiciones. A ver qué preparo este domingo. A ver qué me cuentan. A ver qué les cuento.

2/5/08

Odio de clase.

Yo como firmé un contrato no puedo parar.

Hola a todas:

Más efemérides (y van tres seguidas).

Tal día como hoy (más o menos):
a) Un montón de valientes descerebrados en Madrid, en Móstoles y en Bailén decidieron partirse la cara contra el opresor francés y contra el no tan francés. Les dieron bien, antes de echar a los gabachos y también después.
b) Un montón de estudiantes se levantaron en Paris contra nada o casi nada... arrastrando a los sindicatos y forzando unas elecciones. También les dieron, pero solo palos. Más divertido fue para los que se levantaron en Praga...
c) Los sindicalistas de los que hablábamos ayer… por las calles de Chicago (¡que yo tanto conozco!).

En fin, la primavera, que debe ser que sí que altera: ¡Qué bonito está Tian'anmen en junio! ¡Y Ciudad del Cabo en octubre!

¿se ha analizado (seriamente) si hay más revueltas en primavera? Diría yo que sí. Será porque hace buen tiempo y apetece reunirse… y de ahí a enfadarse median dos cervezas. O que al comparar como florecen las flores y los patos con nuestra vida uno se solivianta.

Observación no muy perspicaz: las revoluciones sociales siempre las llevan a cabo gentes oprimidas que se revelan. Supongo que porque el que menos tiene, menos arriesga y más necesita. Y me parece que, en general, ganan bien poco, ni ellos (que normalmente mueren o casi mejor que hubieran muerto) ni los suyos. Sin llegar a ver realizado su ideal, o, peor, para ver como el ideal se deforma para convertirse en otra forma de opresión, mejor camuflada. No quiero decir que los de arriba se mantengan pese a las revueltas. Esos pagan el pato, pero llegan otros. ¿Será que el destino de las sociedades es que siempre haya alguien arriba y alguien abajo?; ¿“Todo tiene que cambiar para que todo siga siendo lo mismo”?

Sea en balde o no, casi siempre pringan los mismos. No es que en las revueltas no haya gente “bien”, o que ellos no palmen… Pero menos, sea porque ellos se levantan contra sus padres, o porque “los feos somos más”, el caso es que siempre hay más victimas entre la clase trabajadora/baja.

Y cuando pienso en esto me hierve la sangre. Y es a esto a lo que llamo “odio de clase”.

Se que es gratuito, completamente. Me siento oprimido, siento que alguien me roba la felicidad y la libertad y se beneficia de ella… y no tengo derecho (léase “la libertad os hará… ¿libres?” en caso de duda). Levantarme ¿contra qué?, ¿Contra despertarme a las 9, salir de copas los jueves y acumular 200 DVDs en casa?
Es 100% calentura y boquilla, es ira gratuita por creer que algunos viven mejor a costa de otros (que yo considero “los míos”). Ira gratuita por creer que algunos lo han tenido más fácil. O envidia gratuita, yo que se.
Ya ven que en cuanto me pongo a profundizar me desinflo, me siento ilegítimo (porque lo soy), un sublevado impostor.

Y, aún así, con la razón en su contra, el rencor no desparece, sigue ahí, con su pátina de envidia. Rencor contra la alumna que un día me dijo "eres majo para ser de barrio". O contra el colega que fue a las manifestaciones del 0,7% en su mini. O al que habla de la revolución social y luego tiene clase en el club de tenis. ¿Por qué? Bien mirado no tengo nada que envidiarles, no lo he pasado peor...yo también disfruté y supe explotar bastantes privilegios... ¿Y entonces? ¿Por qué?

Pues, como decía mi padre y a veces el maestro Sabina, nos sobran los motivos.

Todas las estructuras sociales animales, si me permiten la generalización, presentan jerarquías. Estar sometido a una jerarquía genera estrés en los individuos, incomodidades. Desde el macho morsa dominante que persigue y pelea con todos los que quieren “saltarse” la jerarquía y fecundar a sus hembras hasta el pobre lemur de cola anillada al que se le agrede gratuitamente simplemente por su bajo estatus. En general estar sometido a estrés causa estragos en el organismo, porque los mecanismos fisiológicos enfocados a mitigar el estrés (la subida de la presión arterial, la interrupción de la digestión…) resultan perjudiciales si se mantienen activos demasiado tiempo. Es más, puede llegar a causar modificaciones permanentes en el organismo permanecen activos un periodo muy prolongado. Efectos como la práctica desaparición de los testículos, el retraso indefinido de la madurez sexual, hipertensión basal, cambios neuronales permanentes afectando a la habituación y el aprendizaje, mayor nivel basal de glucocorticoides, mayor tono cerebral de las benzodiazepinas naturales…

Seguro que se han dado cuenta de que los humanos estamos sometidos a una jerarquía. Y también que la situación que uno ocupa en ella estresa. Con la diferencia que ante la señal “dios, ahí viene el macho alfa y parece cabreado, a ver como capeamos el temporal” los mecanismos para superar el estrés (esconderse o humillarse) funcionan. Sin embargo si lo que se avecina es el ataque inminente de los números rojos, el pago de la hipoteca o el no encontrar trabajo, salir corriendo funciona regular.

¿Saben que entre los seres humanos las clases menos favorecidas gozamos de índices de salud considerablemente menores? Y no hablo en Lagos o en Chiapas… hablo de las sociedades humanas occidentales, las “avanzadas”. Nuestra esperanza de vida es algo menor, nuestros bebes pesan menos, estamos más expuestos a enfermedades de todo tipo (cardiacas, reumatoides, psiquiatritas…). En principio se puede intentar achacar a que el acceso a la sanidad o a la alimentación de calidad es menor. Y, sin embargo, ambos factores se controlan en estos estudios. Otra opción, muy del gusto de alguno, es que las clases menos favorecidas somos “peores” genéticamente… Pues no, esa posibilidad también ha sido descartada.

¿Qué explicación cabe entonces? Pues que ante las diferentes situaciones a los que nos enfrentamos en nuestra sociedad, son las clases desfavorecidas las que sufren más estrés social, más “hondas” preocupaciones: la hipoteca, el perder el trabajo, el cuidado de los críos…. En fin, casi todas solucionables con dinero, pero algunas también vinculadas al estatus.

Y tanto estrés sostenido tanto tiempo en un primer paso logra alterar nuestro modo de pensar, siempre un poco preocupados, siempre un poco más cautos, siempre más proclives a que salten los mecanismos de respuesta al estrés (psicológico). Y en un segundo nivel no sólo afecta a nuestra idiosincrasia, sino también a la forma en que nuestro cerebro funciona, a como procesa las señales que vienen del mundo. Y, por si les parecía poco, se tarda varias generaciones en que estos cambios en la fisiología y la microanatomía desaparezcan, porque un padre estresado educa a su hijo a ser estresado. Seguro que ahora entienden las diferencias de actitud entre nuevos ricos y pijos “de toda vida”.

Ya ven, el bajo estatus social deja huellas imborrables en nuestro organismo. En la glándula suprarrenal, el corazón o el cerebro. Y no por lo mal que comemos o los poco que nos duchamos… por el estrés que sentimos. Uno es “obrero” por dentro, por bien que le haya ido en la vida, de ingeniero, con la Primitiva o con el pelotazo inmobiliario.

Así que ya están avisadas… conmigo podrían disfrutar de los placeres que brinda el discreto encanto de la clase trabajadora: las sublevaciones íntimas en primavera, la búsqueda de las ofertas más baratas en vuelos y yogures y el compadreo ridículo con los albañiles en el bar.

Tengo hasta un mono azul con mugre, por si les interesa la de “Soy el fontanero, que venía a revisarle las cañerías”.

1/5/08

Otra fiesta pagana.

En la hoguera hay de beber.

Hola a todas:

Por el título podría parecer que el post va del primero de mayo, esa fecha que celebramos desde la mitad del XIX, recordando que en Chicago unos sindicalistas sociatas (sí, socialismo en Estados Unidos; sí, sindicalistas en Estados Unidos... ¿Qué se creen?) pelearon (y murieron) por la jornada laboral de ocho horas.

Pues no.

Es porque anoche estuvimos celebrando paganamente la venida de la primavera en lo alto de un monte.

¿Cómo celebramos? Pues como siempre lo hace el paganismo. Aquí, en el parque del Oeste y en las aldeas maories. Todo consiste en reunir mucha gente, flirtear y mamarse como escoceses.

Primero, un resumen. Como todas las venidas de la primavera, ésta también se representa como la batalla entre lo carnal y un equipillo vestido de blanco capitaneado por una vestal semigriega (inmaculada, con toquilla y paso altanero de jaca andaluza). Un ejército, el blanco, se pasea por la colina en procesión, con tambores y antorchas pero sin capirotes. Luego está el ejército rojo, más caótico, más violento, más desnudo. Los rojos atacan repetidamente a la hueste blanca, hasta que a la tercera va la vencida (lo que estoy contando no es una performance modernilla revisando el levantamiento bolchevique, no se dejen confundir por la fecha).
Un rollo muy druídico, casi animal, a la luz de las antorchas y las hogueras, pero no de las estrellas (porque llovía). Con tambores y sin gaitas (eso no me lo esperaba en una fiesta escocesa).

Vamos, que "las autoridades paganas" ponen a un montón de amateurs semidesnudos y folclóricos pintados de colores bajo la lluvia, de noche y en lo alto de un monte, no siendo Benalmádena en agosto sino Escocia en abril. Los más pudorosos fichan por el ejército blanco. Las más osadas (y los más osados) se pintarrajean de rojo, algunos se ponen cuernos, otros una capa negra. Una horda de Darth Mauls, hasta que se quitan las capas (luego sólo cuentan con el tanga). A todos les das antorchas y tambores y ya tienes una escena digna del Señor de los Anillos (la película).
Los blancos empiezan desfilando, como los Uruk-hai saliendo de Isengard. Y mientas el invierno se pasea, los del verano se calientan la sangre de cara a la batalla y la hipotermia. Una cincuentena de estupendas veinteañeras, carne 100% escocesa, revolcándose unas contra otras y sacándose la lengua, con el tetamen al aire en lo alto de la puta colina (ellos también marranean, claro, pero tienen menos interés). Luego los rojos hostigan al invierno, provocándolo (con las herramientas ya mencionadas). Y no se más, porque en ese momento decidimos que llovía demasiado para nosotros. No se cómo acabó la cosa, pero deduzco que venció el verano, porque ha amanecido soleado.

Resumen: la fiesta pagana consistio en echar al invierno mediante jóvenes que se contonean en pelotas de noche. A eso lo ponen cerveza... y sube la temperatura, lo juro.

Una vez expuesta esta bonita tradición autóctona, centrémoslos en el público que vino a celebrar. Como era un rollo "en un prao" y "tradición local" acuden sobre todo mochileros, hierbas diversos, porreros urbanos con rastas y chicas liberadas... ya se imaginan. Y algún autentico homeless que ha tenido el valor de llevar su jipismo hasta las últimas consecuencias (esa marginación social llena de tatuajes, con su patina de autenticidad; no envidiable, sí sorprendente). Y muchos, pero muchos, españoles. Cortado por ese patrón de "alumno estándar de biológicas" o "alumno estándar de filosofía y letras": mis padres son dos grandes profesionales liberales que me dan el dinero que necesito, la libertad de ponerme pendientes hasta en los ojos, por mi 18 cumpleaños me tocó un coche y paso tres meses cada verano en Cádiz...

La españolidad del evento me regaló los oídos, según huíamos del diluvio, con este comentario: “es imposible que esto sea de antes de los romanos… si antes de los romanos aquí no había gente… además como iban a calcular donde empezaba el verano si no tenían números… no ves que hasta aquí nunca llegaron los árabes”.

Vaya joya.

Lo primero, resaltar lo importante que es, antes de abrir la boca, tener claro lo que uno sabe y lo que uno no sabe. O, dicho de otro modo, con que fiabilidad se adecuan nuestros prejuicios/conocimientos a la realidad.

Además, 1) yo también dudo que la fiesta sea prerromana, al menos en su configuración actual, pero seguramente si celebran desde siempre la llegada del buen tiempo. 2) A los romanos se les dio regular vivir en Escocia pero, independientemente de eso, ellos no fundaron cada ciudad de Europa. 3) Los números existían antes que los árabes y 4) la gente era capaz de contar las estaciones (yo creo que Aristóteles sabia… puede que incluso Tales supiese) antes que los romanos, los árabes y seguramente antes del Homo sapiens.

Esto sólo es capaz de decirlo, mezcla de ignorancia y orgullo, la misma clase de gente que no concibe que existieran sindicatos socialistas en los Estados Unidos. Ni de que fuese allí donde comenzaron a pelear por reducir la jornada laboral de 16 a 8 horas. Y lo peor no es que lo ignoren, eso nos ocurre a todos con prácticamente casi todo. Es que se atreven a defender su ignorancia con “es imposible que…” y “no me creo que…”.

¿Cómo van a ser los americanos más progres que los europeos? ¿Cómo puede alguien saber contar antes de que los romanos, padrs de nuestra superior cultura, les enseñasen a hablar? ¿Cómo puedes llamarme ignorante, si soy el culmen de la civilización occidental? Yo se todo lo que hay que saber, y lo que no se no es cierto…

Porque, ¿qué han hecho los americanos por nosotros? Aparte de los acueductos, las calzadas, el derecho, la moneda y el latín… Pues lo mismo que los paganos…. estorbar.

Y, para terminar, no olvidemos lo importante: ¿No es realmente hermoso el cuerpo de una mujer a la luz del fuego? Y con el encanto extra de no estar haciéndolo a cambio de dinero.

¿Dónde más podría contemplar tal espectáculo?

¿Saben que en mi casa hay chimenea?