27/8/08

Tu cómo eres pequeña...

Se pierde ingenuidad, se gana solidez, se quema el tiempo, y no hay más.

Hola a todas:

El otro día me descubrí a mí mismo diciendo "tu como eres pequeña aún no has entendido que las cosas duran lo que duran", refiriéndome a las relaciones de pareja.

Posiblemente la frase no sea mentira, o sea verdad en un porcentaje bastante elevado de las ocasiones. Y, sin embargo, denota que ahora hago eso que antes creía que no había que hacer: sustentar mis opiniones, y también mis actitudes ante la vida, en la "experiencia".

La experiencia es la madre de las ciencias, que decía nosequien (¿mi profe de ciencias naturales de 5º?). Es verdad. Pero no partiendo un experimento, ni dos. Hace falta, para que sea ciencia, un número suficiente hasta que la cosa sea significativa. Y, lo que es más importante, con resultados falsables.

¿Cuántas relaciones de pareja tiene uno para atreverse a decir lo que yo dije ahí arriba? ¿Dos? ¿Seis? ¿Quince? ¿Cuántas experimentos hice? ¿Cuántos controles? ¿Cómo de homogéneas eran las condiciones?

La experiencia vital no suele ser de la experiencia que serviría para hacer ciencia (salvo honrosísimas excepciones). Es, más bien, de las experiencias que sirven para sustentar las intuiciones. Que no es poco.

En general lo que la gente llama experiencia es, sobre todo, miedo a sufrir. A ser decepcionado otra vez. O engañado. U olvidado. Es solamente cautela, una cautela extrema. De esa que nos impide enamorarnos como dios manda a los treinta y estar dispuesto a dejarlo todo. Y no sólo contamina los amores. Tampoco los viajes saben igual, ni los primeros días de curro son tan emocionantes, ni las revelaciones son tan reveladoras, ni la vida tan luminosa. Y es que todo lo bueno, sabemos (o decimos saber) trae un regalito de dolor, que rompe a la menor. Y por eso nos la cogemos con papel de fumar.

Y, sin embargo, ninguna de las cosas que nos suele decir la "experiencia" son en si mismo novedosas. Son cosas, peros, que cualquiera puede descubrir si gasta el tiempo y los pensamientos suficientes. ¿O es que acaso con tu primer novio era imposible saber que la cosa podía salir mal? ¿O es que no intuías que tus compañeros de trabajo, alguno, te daría el día menos pensado una puñalada? Si no lo supimos, es porque no quisimos saberlo. No nos interesó.

¿Por qué, de pronto, si nos interesa? Pues por intentar ahorrarnos la hostia. Con ese cinismo uno se ahorra grandes potenciales decepciones, a cambio de perder alguna gran satisfacción (aunque solemos creer que no muchas).

En fin, que alguien me diga "ten cuidado, que el amor no es para siempre: lo veo alrededor y me miro a mi mismo y lo veo, lo medito y es lógico que sea así, me lo dice la razón o la observación o ambas" me parece bien. Pero decir "aún no lo sabes, pero ya lo entenderás cuando crezcas" me parece mierda. Claro que lo sabe. Lo sabe, porque es obvio. La experiencia no enseña nada que no supiéramos antes, o hubiéramos supuesto antes simplemente si lo hubiéramos meditado un poco. Sólo nos demuestra que somos más cobardes.

¿Pero como no hacerlo?, ¡Si es que duele mucho!

Todo duele. Y cuando a uno le han dado bien de palos, tiende a ponerse la venda antes de la próxima pedrada. Aunque la venda insensibilice la piel, aunque pique debajo. ¿Cómo no entenderlo?

Pero entender no implica acatar.

Así que, jóvenes lectoras, ante declaraciones como la anterior les recomiendo que observen lo que tiene en la vida el "experimentado", que ya verán que no les gusta demasiado. Y, como no les gustará, no le hagan demasiado caso. Archiven lo que les dice en la carpeta de "posibles finales". O, incluso, en la de "probables finales" (pero no en la de "ineludibles").

Guarden la carpeta, y seguramente algun dia descubriran que el cabrón, por desgracia, tenía razón.

¿Y qué?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se aspira al más allá, se adquiere liquidez... y todo sirve pa na.

Y si falta alguna presunción, mi abuelita ya se murió.