17/11/08

Dolor postmoderno.

Nada es lo mismo que el nihilismo.

Hola a todas:

Antes de nada, si están buscando un texto intranscendente o simpático, hoy no es el día. Si siguen, se van a desilusionar.

El otro día me diagnosticaron, sin cita previa ni calificación profesional por escrito (pero casi) "dolor existencial". ¿Que de qué va el dolor existencial? Pues de lo jodido que alguien está (yo en este caso) por simplemente existir. De lo mal que ando de tantas vueltas que le doy al sentido de mi vida. Si lo hubiera o hubiese. Y, con él (como consecuencia) a cual es el modo sensato/correcto/eficaz de comportarse (de cara a ser uno más o menos feliz... o de cara a levantarse cada mañana a mirarse al espejo sin complejos... o de cara a tirarse o no al río a intentar rescatar a un niño que se ahoga).

Cuando lo cuento en casa se parten el culo, claro. Como el que se lo parte con el señor que se ha introducido un bote de laca y se lo ha partido sensu estricto. O la pareja que se ha quedado enganchada por los brackets de sus semiperfeccionables sonrisas. Es ridículo, sí. Pero también duele.

Así que no me interesa tanto darle vueltas a ese dolor, ni a ese sentido. Sino la incapacidad de los demás para entenderlo.

¿Por qué me duele existir? Y, sobre todo, ¿Por qué a mí más que a los demás? ¿Y por qué se ríen de mí esos niños?

Es una historia larga, en tres pasos (no se me aburran... he echado una tarde pensando en ello, y me apetece exhibirlo).

Paso uno: cuando era pequeño me corroyeron el cerebro con doctrina católica. De la dura dura. No tanto con usos y costumbres, ayuno, ceniza y misa del gallo, sino con un par de ideas de fondo muy dolorosas y envenenadas: asumir siempre las culpas, incluso las ajenas. Y poner antes al otro que a ti mismo. Eso era lo correcto, y así lo asimilé. Mi egoísmo natural, ese del que nos dota la naturaleza, no pudo con ello.

Paso dos. La adolescencia me trajo la revelación, con caída del caballo y todo, de que ese no era un buen camino, que no me satisfacía ni me hacía feliz. Y, sobre todo, que no era lo sensato. Con los granos y los accesos furtivos a las discotecas se vino también la rebeldía contra todos esos principios... Y me rompí. Ahora fui yo solito el que me corroí con esa mierda que todo el mundo dice haber leído. Primero mucho Nietzsche (soy el único ser vivo no extraterrestre que conozco que se ha leído el Zarathustra de la primera hasta la última a), pero también Kierkegaard y "Del sentimiento trágico de la vida". Luego lo intenté con "el ser y la nada", pero como no pude me embadurné con sus obras de teatro y su "Nausea". Y después algo de Ionesco, y casi todo Camus y Kafka. Supongo que es lo suyo... ¿Qué conclusiones saqué? Pues dos, que hasta entonces había sido un pelele feliz aunque equivocado y que, a partir de ese momento iba a necesitar mucha ayuda para volver a serlo.

Y ahí me quedé, en pelotas, atrapado por el marco filosófico de nuestra época. La muerte de la ideología. El cinismo. La satisfacción del uno como único motor sensato. El eclecticismo. El "nada es correcto o incorrecto". El yo como medida única de todas las cosas. El neoliberalismo en lo moral (todo vale si a ti te vale...)

Paso tres: Como ya no tenía modelos, ni neuronas para más textos duros, busqué ideas sobre "como llevar tu vida ahora que es tuya". Lo que podríamos llamar las consecuencias (literarias) de esta "pedida de principios". No eran buenas noticias, me parece. Desde "Menos que cero" a "Historias del Kronen". De Bukowski a Carver. La edad de los seres vacíos. O llenos de mierda complaciente. Algunos conscientes, otros simplemente ridículamente contentos. Y, antes de decirme, ¡bah, eso es literatura!, echen un ojo alrededor. Parece que a nadie se le daba demasiado bien ser feliz. No era fácil con objetivos ni reglas pre-dadas y, quizá, era aún más difícil sin ellos. Y ahí seguía yo, sin saber que hacer ni como hacer (seguía y sigo, claro).

Aún así no me desanimé y me puse a construir un pequeño conjunto de reglas, de mis reglas, que esperaba me sirviesen para ser algo más feliz, para darle un sentido a levantarme cada mañana. El sentido de mi vida va a ser X y para ello lo que tengo que ir haciendo es Y. ¡El mundo va a ser un lugar mejor si yo tomo mis propias decisiones! ¡Si yo y los demás tomamos nuestras propias decisiones!

Con lo que me costó librarme (parcialmente, claro) de las cadenas católicas para llegar a este "mundo sin objetivos ni reglas". Y ahora lo odio. Odio el "yo primero", la existencia como justificación de la vida, la degeneración del existencialismo que es la carencia absoluta de principios, el hedonismo absoluto y el relativismo moral. Quizá lo odio porque me siento inseguro, porque me crié en un mundo de reglas y objetivos sobre el papel muy claros, donde estaba prácticamente escrito que era lo correcto y lo incorrecto. O quizá porque sus consecuencias veo que no me hacen especialmente feliz. Ni a mí ni a nadie.

La solución que todo el mundo parece adoptar, ese "paso a paso", "día a día", "disfruta del momento, de las pequeñas cosas" y etc no parece funcionar conmigo. La otra solución, más común pero más difícil de ser reconocida, del "no lo pienso mucho y me voy dejando liar en compromisos diversos hasta que de tantos que cargo no puedo levantar la mirada del suelo para mirar más allá del próximo paso", no parece que me vaya a hacer muy feliz tampoco.

Me estoy perdiendo, porque este no pretendía ser un post autobiográfico. Mi historia quería ser sólo un marco para preguntarse por qué cuando me lamento de este dolor no sólo no es compartido, sino que es objeto de burla: "piensas demasiado", "a ti lo que te pasa es que no has tenido que trabajar en la vida", "te aburres mucho, deberías echarte novia o tener un hijo, lo que te salga más barato", "si me importase el sentido de mi vida hubiese sido cura y no ingeniero de telecomunicaciones", "pensar en eso no sirve para nada ni te va a hacer más feliz" (seguramente esto es cierto, pero yo no puedo evitar hacerlo) y etc.

No entiendo por qué, como las famosas hemorroides, sufro este dolor en silencio, sin nadie con quien compartirlo (o compartirlo y recibir automáticamente unas orejas de burro). ¿Tan ridículo resulta mi malestar, mis dudas? ¿Tan poca empatía despiertan? ¿Es qué nadie más lo siente o lo ha sentido? ¿O es que todos mienten? ¿O yo estoy mal de la cabeza por pensar en estas cosas? ¿Cual es la solución? ¿Es que no hay solución? Y, si no hay solución ¿cómo lo soportan?. Y, si saben que no hay solución pero han aprendido a soportarlo ¿por qué se ríen de mí, que no he sabido?

¿Han llegado hasta aquí? Ya les dije que si necesitaban un texto intranscendente hoy no era el día. Y ya lo siento. Si, en cambio, tras leerse este ladrillo me entienden, comenten el texto con sus compañeros subrayando las ideas principales.

Si, además, por casualidad, por fortuna, por aburrimiento, estaban buscando echarse por novio a un tipo atormentado como los filósofos de finales del XIX, yo soy su hombre. Si lo que quieren es un hombre competente, seguro de si mismo y satisfecho con su día a día y con la pastaza que gana, les puedo dar el teléfono de mi amigo el teleco. Aunque, les diré, la mala vida que gasta le ha dotado de una cierta barriga, muy poco sexy.

4 comentarios:

Roke Iñaki Oruezabal dijo...

En vez de leer y entender textos atormentados te tenías que haber dedicado más a Pérez Galdós, Dumas y Pérez Reverte...o a textos económicos, no atormentan tanto.
ánimo

Silvando Contento dijo...

Hombre, no atormentan los textos económicos segun y como... dan mas miedo el futurible 17% de paro, ¿no?.

Yo creo que leia textos atormentados porque yo estaba atormentado de por mí.... no me acostumbro, como le pasa a mi hermano, a la incertidumbre de la vida... necesito reglas, certezas. Será genético, yo que se.

Y, mientras tanto, preparo mi primer libro de caballeria.

Anónimo dijo...

como me da un poco de pena no poder estar ahi para que me lo cuentes y asi no darte la tipica respuesta esquiva, ahi va mi opinion (forjada después de haber tambien buceado mucho tiempo por esas aguas), mi opinion es (la que le doy tb al carne de secta que vive con nosotros a veces) no busques mas que no hay solución (aparente o cognoscible). Y como consejo el típico ´dedica el tiempo que tienes a disfrutar cuanto puedas´.(aunqe he de reconocer que mi primer impulso hubiese sido el de tocarte los cojones con lo del trabajo, pero eso es porque soy como soy y no lo puedo evitar).

gato frito

Silvando Contento dijo...

Querido gato frio. El problema es cuando la sensación de sinsentido hace que, cínicamente o apáticamente (según el día), no disfrutes de nada o de casi nada. Solo me consuela comer como bien sabe roke es el mejor modo de arrancarme un "la vida es maravillosa"... quizá el único) y estar en compañia de amigos (y eso cada vez me cuesta más, claro). Gracias por el consejo, en cualquier caso (y tambien gracias por no haberme tocado los huevos gratuitamente). Seguiremos probando a ver.