24/2/09

Democracia.

¡Dios salve al Lehendakari!

Hola a todas:

¿No están ya hasta los huevos de las elecciones? ¿Lopez vs Ibaretxe?, ¿Touriño vs Feijóo?, ¿Lopez Aguilar vs Mayor-Oreja?, ¿Leoncio vs Tristón?...

¿No están, también (asumo que antes dijeron sí), hartas de que, sea cuales sean las elecciones que se celebren, se involucre la política de todo el estado? Ya esté en disputa el gobierno de Cantabria, el Cabildo de Tenerife o la alcaldía de Benagéber siempre está en juego la corona de los pesos pesados del Reino de España. Siempre se estiman futuras popularidades, consecuencias a nivel nacional de la victoria (nunca derrotas) y triples lecturas donde los partidos creen que se les dicta las acciones a seguir (casi siempre consistentes en más presión mediática y más populismo en forma de carne cruda para "sus" bases).

¿Los políticos existen para gobernar o para seguir en el gobierno? ¿Para qué trabajan? ¿Qué les incentiva?

Una de las molestas obligaciones que parece llevar apareada la democracia moderna es la necesidad de tomar medidas eficaces pero poco impopulares, que te permitan seguir ahí para los próximos carnavales (o fiestas de la patrona, o conferencia del G-20). Porque es mejor que estés tú que esté el otro... Desde luego, como es casi una tautología, no hay más remedio que apechugar con ello.

Sin embargo también parece claro, al menos a mis ojos, que nunca llueve a gusto de todos... o, lo que es aún más grave (desde el punto de vista electoralista), que a veces gobernar bien y encontrar soluciones exige tomar medidas impopulares.

¿Cuántos pantanos construimos en tiempos de Franco? Unos 580 (de 1950 a 1975) ¿Y ahora? Unos 340 (de 1975 a 2003)

Por supuesto que esto no es un alegato contra la democracia (el mejor de los posibles gobiernos, la única posibilidad de oír, en alguna medida, la voz de todos, de cualquiera, más o menos). Es un alegato al raciocinio: entiendo que a los gobernantes les gusta seguir gobernando y entiendo que les cueste tomar medidas impopulares. Y por eso las elecciones son no cada minuto (como en las ineficaces democracias asamblearias), sino cada cierto tiempo. Para, entre otras cuestiones, poder tomar medidas a largo y que los electores evalúen si ha habido buen o mal gobierno (en la medida que su tiempo, disponibilidad y el filtrado de los medios de comunicación lo permita).

La principal virtud de la democracia, el oír la opinión de todo el que quiera darla, es a la vez una de las cosas que complica la toma de decisiones de los elegidos (y eso está bien, pero sin pasarse… como los chistes de chiquito o la angostura en el gin tonic). Los pantanos se construyeron puteando a mucha gente, sí. Y eso es triste, sí. Pero es cierto que son útiles... pese a toda la oposición e indignación que pudieron levantar. Y esa posible oposición popular es lo que impide que en democracia se hagan más pantanos, centrales nucleares, basureros mancomunados, flexibilizaciones del mercado laboral, reconversiones de sectores, cambios de modelo productivos, etc. La impopularidad impide tomar medidas necesarias.
Es muy importante, gentes rojas de ira, notar que no pretendo decir que esas medidas mencionadas sean necesarias, sino que, aunque el que gobierne las considere NECESARIAS no se va a atrever a tomarlas; su “necesariedad” o no, como la de los pantanos y los juegos preliminares, no es sobre lo que pretendo argumentar.

Por supuesto que este es el pago de la democracia, una cierta pérdida de "eficiencia", una cesión al populismo. Y está bien, es lo que tiene que ser (una consecuencia necesaria), mientras no deje a los políticos maniatados.
¿Cómo reducir el grado se secuestro de las decisiones? ¿Cómo dar cierta libertad a esos que elegimos para que tomen decisiones, incluso dolorosas, por todos? Pues manteniendo una distancia entre una cita electoral y la siguiente suficiente para que se pueda demostrar que las decisiones tomadas, aunque dolorosas, han sido buenas. O no lo han sido.
¿Saben cuánto tiempo pasa de media en España entre unas elecciones "a vida o muerte" y las siguientes elecciones "a vida o muerte"? Cuatro años sería los esperable, o un valor cercano. Sin embargo, como media, sólo transcurren 230 días entre citas electorales. Es más, en ninguna ocasión han pasado más de dos años entre una elección y la siguiente. Y de los 48 periodos entre elecciones que ha habido en España solo diez veces ese periodo ha superado el año (excluyendo, por cierto, referéndums como el de la OTAN o el de la Constitución Europea).

Así no hay manera de dejar margen a los políticos (preocupados por su reelección) a "tomar medidas" de las que sólo se reconoce un efecto largo plazo... Es imposible

¿Cómo va a cambiar nuestro sistema productivo/nivel de dependencia energética/grado de permisividad con el tabaco si cada año es año electoral? Pasando constantemente por las urnas (y siendo ese paso siempre “crucial”) es imposible que nadie se anime a aplicar unas pocas de esas "medidas eficaces pero impopulares" que a veces nos vendrían tan bien.
Una solución es que las primarias del PP de Baleares no afecten a Rajoy, pero eso es difícil hacérselo entender a la prensa política (que de algo ha de vivir) y a los políticos modernos que necesitan hacer declaraciones públicas (sobre algo) para adquirir sentido. Otra es que se reduzca el número de llamadas a votar. ¿Es que no se pueden celebrar todas las elecciones a las diferentes administraciones del estado a la vez? ¿No ven que es un ahorro de dinero, energía e interés del electorado? ¿Tan importante es para una de nuestras CCAA sentirse soberana determinando la fecha de sus elecciones? ¿O es que alguien/los políticos creen que es mejor así, cada cosa por su lado?

Así visto, parece que son ellos mismos los que se cortan las alas, los que no se dan margen a la acción. ¿Les da miedo gobernar? ¿Prefieren limitarse a hacer lo que "la calle pide" en cada momento, siendo un simple altavoz de las medidas "rápidas e indoloras" que se suelen exigir?

Estas y otras preguntas sin respuesta quedan en el aire. Y, mientras tanto, que dios salve al Lehendakari. Y al Conselleiro.

Y si no, pues Eskorbuto a las elecciones.

20/2/09

Románticos.

Y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared...

Hola a todas:

Una semana atrás nos cayó encima la sacrosanta y malparida festividad de san Valentín. Como últimamente la pasé solo, riéndome envidioso de las parejas que se miran a través de la luz de las velas, de los peluches gigantes y de los sobres de azúcar en forma de corazón. Lluvia de TE QUIERO y explosión de pompas de color de rosa (como las agujetas). Pop. Pop. Pop.

Ahí se escapa una…. POP

Eso de antes es el marco en el que me puse a sentirme melancólico (¿Quién podía resistirse?). A pensar en futuros imposibles que nunca serán y a añorar pasados perdidos. Y en pleno acceso melancolico recorde que hace años (muchos muchos años, pero muchos) alguien me dijo que no era nada romántico (¿Por haber ido a un sex shop a comprar un regalo de SanV... ? No ¿Por decir que el enamoramiento era una ficción de la mente, un engaño de las hormonas, que no era amor verdadero?... sí).

Y ahora las preguntas de rigor que, como siempre van de lo personal a lo personal pasando por diez minutos de meditación y una vuelta por la wikipedia:

¿Qué es ser romántico? ¿Lo soy? ¿Lo fui? ¿Lo seré? ¿Me servirá para algo?

Dice la RAE:
1- Perteneciente o relativo al Romanticismo (siendo el romanticismo un movimiento del XIX caracterizado por las ganas de suicidarse por tonterías y sentir la vida a tope, bañándose en lagos helados y yéndose a liberar Grecia... Lo importante es buscar la libertad ante todo y las ganas de romper con las reglas estrictas dando prioridad a los sentimientos).
4- Sentimental, generoso y soñador.

Respecto a 1, es difícil encajar en ese perfil, porque el mundo ha cambiado mucho y bla bla bla. Aún así creo que sentirme libre (que no serlo) me importa mucho (véase “La libertad os hará… ¿Libres?” y “¿Libres”)
Respecto a 4, analicemos los adjetivos de uno en uno:
Sentimental: ¿Pues no lloré viendo Toy story 2? Si no me creen, léanse algún (“La boda de mi mejor amiga”) post de los de ahí abajo.

Generoso: Vale que dejo que me inviten muchas veces al café... es cierto. Pero no es menos cierto que no me tiembla el pulso para levantarme a las 3 (A.M.) para llevar a alguien al aeropuerto, o devolviéndote los 50 euros que se te acaban de caer (¡pringada!). Eso sin contar mi generosidad asistiendo a todas las cenas a las que me invitan.

Soñador: Si les parece poco creer que este blog me va a servir para ligar ser poco soñados... Ah, que les parece poco... bueno, pues quise ser científico para hacer un mundo mejor... ¿mejor?. .. Tampoco. A ver esto: pudiendo haber sido fisio, príncipe o dentista opté por estudiar biología... aunque a un tris estuve de hacer filosofía. ¿Es ya bastante?

Yo diría que sí soy romántico. Como corolario a ser idealista, a que aspiro a que el mundo sea como yo creo que estaría bien que fuese. Y no al revés, adaptando mis creencias, gustos y necesidades a lo que el mundo es.

Era romántico cuando creía que enamorarse era un timo. Sí, porque yo quería que el amor fuese un acto de elección, consciente, evaluado, voluntario. No fruto de las pulsiones del cuerpo, que suelen partir de necesidades... y por tanto que no dejan mirar con libertad, sino manchadas por la urgencia.
Por eso defendía el amor sin enamoramiento. Porque era más real, hacía más justicia a las personas. Las quería querer por lo que eran, no por lo que me hacían sentir.
Por supuesto era una persona completamente incomprendida... era la época en que todo el mundo creía que el amor era algo que pasa, irracional, irreflexivo... Ya saben a lo que me refiero: a las noches sin dormir, las llamadas de teléfono eternas, el carrusel de emociones... A mí me parecían mentiras. Las mentiras del cuerpo, de mi cuerpo. Pero mentiras. Así que cuando todos querían enamorarse, yo me creía a Erich Fromm.

Ahora sigo siendo romántico. Eso sí, he aprendido a valorar los subidones que nos regala la fisiología. Los demás también lo han aprendido, pero para mal. Ahora a mi alrededor reina el pragmatismo en las relaciones. “Tienes que buscar”. “Si no buscas no encontraras”. Es un tratamiento funcional de los demás, es "consumo". Necesito tal (no estar solo, compartir una hipoteca, reproducirme, follar), así que voy a buscar a otro con las mismas necesidades y a fundar una S.A.
Pues bien, mal que me pese, sigo empeñado en no utilizar a nadie pa salvar mis necesidades, en no buscar demasiado (estar abierto sí, buscar no).

Como decía aquel, siempre a contracorriente. Loco por incordiar y disparando pan de higo. Queriendo hacer comulgar al mundo con las ruedas de molino de lo bonito y lo bueno y lo sensato, en vez de comulgar yo con las de lo satisfactorio y conveniente.

Ganará él seguro. Pero yo seré el último hombre en pie (léase “last man stand”).

¿Soy o no soy romántico?

¿Por qué cojones no lo son ustedes también? Serán muy bienvenidas al Club de los Imposibles.






N.dA.: Sí, con tanta referencia a post pasados parece uno de esos capítulos resumen de las series americanas en que, alrededor de una excusa, se pegan escenas de diferentes capítulos de la temporada.