2/10/08

Haciendo el bobo.

Bajo la luz de la luna me dijiste adios.

Hola a todas:

A veces creo que soy un tipo muy sentimental. Otras veces creo que soy demasiado sensible. Casi todo el rato creo que me paso de dosis de pena en mi vida. Y muchas veces creo que, simplemente, soy un gilipollas por mirar tanto hacia atrás.

¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!

Oye, que me voy, despídete de mí. Vamos a hablar de ello, a recordarnos, como si fuese la primera vez y no la última. O como si fuese a la vez la primera y la última.

O, lo que es peor, el duelo a priori y en solitario. Como se que esta es la última vez que x juntos (paseamos por Mallorca, dormimos juntos, comemos un helado, echamos un polvo, echamos dos polvos seguidos, echamos dos polvos, uno de ellos en la ducha y otro en mi cama) me paso todo el rato en que hacemos x (incluidos los dos polvos) añorando lo que casi casi seguro que no volverá ocurrir.

En la mismita linea (de idiota) del que le gusta acumular "recuerdos memorables" trato de que, en algún sentido, sean extraordinarias estas ultimas ocasiones. Extraordinarias y llamativas casi por lo que sea. Preferentemente porque se carguen de emotividad, aunque a veces me vale con que sean originales. Y muchas de estas veces mis deseos de hacerlas memorables las hacen simplemente ridículas.

Un poco como los turistas japoneses (y muchos españoles), que más de disfrutar del sitio en el que están disfrutan de las fotos que hacen que les permitirán recordar (o presumir) de donde han estado.

En mi viaje que hoy concluye me he despedido, los seis días, de una isla, tratando de hacer todo lo que alguna vez hice aquí. También me despido de un amigo, cuyo destino tengo la sensación de que va a estar terriblemente lejos de mí. O, incluso, me despido de su soltería. O de un modo de vida, el mio, que se acerca a su fecha de caducidad. Todas estas cosas, claro, sin decírselo a nadie... sufriendo y siendo consumido tontamente por mis tontos recuerdos y mis tontas penas.

¿Cual es el límite que tiene que ponerle uno a la emotividad de los adioses? Lo mío no es funcional, pero al menos no te quedas con la sensación de no haberte dado cuenta. La despedida "a la francesa" quizá sea mejor: rápido, inconsciente e indoloro -o casi-. Y no me refiero a despedirse sin avisar al otro. Me refiero a despedirse sin avisarse a uno mismo.

Sin embargo el adiós no explicito evita una de las cosas buenas de verdad que tienen las despedidas: la posibilidad de dejar las cosas "cerradas". "Oye, que ya que es nuestra última vez, que sepas que x (no la sabes chupar, no soportamos a tu novia, te voy a echar mucho de menos, estoy enamorado de ti)". Las cosas que no se cierran quedan ahí, coleando para siempre, a veces simplemente se arrinconan y se cubren de polvo y se enrancian. Pero a veces se pudren, hieden y traen infecciones diversas. Así que antes de cerrar la casa, recomendamos tirar la basura, barrer y ventilar.

Y, pese a las ventajas que le veo, dudo. Porque explicitarse a uno mismo el adiós gasta mucha energía emocional. Quizá bajar la intensidad de la emoción ayudaría.

Total, que por mi perra de despedirme me acabé bañando en la playa en pelotas a oscuras y solo... El mar de noche y sin luna, sobre todo el mar empedrado, da miedo o duele. Y, a finales de setiembre, también da frío, escozor en las ingles y cara de imbécil cuando sales.

Hice el tonto, sí. Pero yo tenía que decirle a la isla que me iba. Aunque creo que a ella le daba lo mismo.

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