29/7/08

Las dos caras.

¿Cúando el orgullo es orgullo, o simplemente dignidad?

Hola a todas:

Seguro que han oído eso de "amar quiere decir aprender a soportar los defectos del otro". O alguna mierda parecida.

No podía estar más de acuerdo.

Y es que, por si no se habían dado cuenta aún, virtudes y defectos son las dos caras de la misma moneda. Porque uno que es aventurero, también es irresponsable. Y al sensible también le llaman ñoño. O al tranquilo, aburrido. O al sereno, impasible. Y así.
Son reflejos de la personalidad de cada uno, reflejos que a veces nos gustan (natural, sincero, valiente) y otras menos (maleducado, indiscreto, temerario). Pero, a fin de cuentas, facetas de lo mismo. Que nos parecen mejor o peor según nos convenga o sople el viento. Una cuestión de punto de vista. O de efecto del comportamiento ajeno sobre el que pone el adjetivo. Pero el caso es que es lo mismo.

Es más, los estudios de la personalidad nos permiten saber que ciertos rasgos, además, tienen la buena o la mala costumbre de ir juntos. Y el activo es dominante, y el perezoso hedonista. Y al impulsivo también le cuesta estar solo. Y al que tiene su habitación muy ordenada no le gusta salir de marcha. Emparejamientos que la intuición nos dicta y que los estudios de la personalidad corroboran. Si exploran verán que maneras de agrupar los rasgos hay muchas y variadas, todas seguramente discutibles... pero, desde luego, hay actitudes y comportamientos que correlacionan.

Y ahora vamos a lo que a mí me interesa... Si lo que nos pide el cuerpo es un hombre viril y seguro de si mismo un día, es imposible esperar que ese mismo individuo al día siguiente sea cariñoso y sensible (quien dice al día siguiente, dice a los tres años). Porque cuando uno es viril, lo es cuando nos hace falta y también cuando no. Y cuando es independiente, lo es cuando queremos que nos deje tranquila y cuando no. Y si la cosa es problemático hablando de la misma "característica", imaginemos que pasa con los "bloques de personalidad". Cuando pensamos que, por ejemplo, masculinidad y promiscuidad van de la mano, se nos cae el alma a los pies. O cuando vemos que la paternidad responsable casi nunca coincide con la independencia. ¿Como se puede exigir a algo que sea a la vez una cosa y su opuesta? ¿Cómo se puede querer a la vez lo bueno del otoño y de la primavera? ¿De las lentejas y el gazpacho?

No se crean que es una critica a la búsqueda del "hombre perfecto", ese que es una fiera en la cama (a veces) y nos sabe dar mucho cariño (otras veces), que nos sabe tratar con firmeza en casos de histeria y con comprensión en los ataques de "moco tendido". Tampoco se puede esperar que nuestra novia sea la reina de la noche y siempre se venga de pedo con nosotros y luego no salga cuando se queda sola. O que se vista provocativa para mí, pero no el resto del tiempo. O que le ponga los cuernos a su santo esposo, pero luego no me los plante a mí encimita de las cejas.

Yo creo que hay que saber medir, encontrar los límites a lo posible y tratar de entender el mundo. Tener siempre presente que 1) la personalidad difícilmente cambia (aunque sí sus manifestaciones... y eso nos pude valer) y 2) que las virtudes son los defectos.

Así nos ahorraríamos muchos berrinches.

¿Qué soy un conformista? ¿Demasiado cerebral? ¿Un gris? ¿Que no tengo pasiones? ¿Qué por qué no pedirlo todo?

Pues, sencillamente, por ahorrar en dolores de cabeza, en malos tragos y en meses sintiéndose uno un estúpido.

Claro que siempre puede uno decir "que me quiten lo bailao".

¿Será eso orgullo?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy sabias palabras, si senyor.