3/6/08

Dolor de huevos.

Y yo allí, con el rabo entre las piernas.

Hola a todas:

El dolor de huevos es un atentado a la dignidad para algunos (desafortunados) hombres y un hecho difícil de creer para casi todas las mujeres. No hablo del que proviene de un buen balonazo, de una mala jugada del calzoncillo o del sillín de la bici. Hablo de ese que nos asalta en medio de una situación placentera. Ese en el que muchas chicas no quieren creer porque, me consta, alguna vez ha sido un instrumento de presión para llevárselas al catre o, como mal menor, para obligarlas a ejecutar una triste paja.

La cosa es que, aunque haya mucho desaprensivo por ahí instrumentalizando el sufrimiento, el dolor es real. Muy real y muy molesto. Sobre todo porque, al contrario de lo que podría parecer, aliviar la presión testicular eyaculando, dentro o fuera de otra persona, no arregla mucho... aún duele un rato.

Como biólogo, como científico y, sobre todo, como sufriente, muchas veces me he preguntado a cuento de qué duelen.

Puedo entender un poco ese dolor de huevos adolescente, ese que sobreviene tras una hora de baboso morreo. Ese es un "ya está bien de precalentamiento, saquemos de aquí a los muchachos". Una alerta roja, un ¡¡¡Esto va a explotar!!!. Incluso puedo entender que, aún expulsando el veneno, como la cosa está resentida siga doliendo. Por mucho que unos millones de esos que nos dolían ya no estén con nosotros (ya estén en el kleenex o dentro de alguien)

Lo que no puedo entender es que, en llevando mucho sin meterla en caliente y sin haber hecho excesivos alardes hasta la consecución del momento final, la cosa duela. Vamos, que tras ese deseado polvo que se ha hecho esperar (¿meses?, ¿años?), normalito, en que todo parecía ir bien, al final: ZAS, zarpazo.

No se alegren por mí, no me ha pasado recientemente. Es, como siempre, un amigo de un amigo el que lo vivió ayer (o anteayer). Pero eso me ha recordado tiempos más felices en que también a mí me dolían los huevos... Y en los que me preguntaba por ello.

Es más, les diré a todas ustedes que por este asunto (como futuro biólogo, científico y hombre) realicé sobre mí una serie de experimentos en los que (me) demostré que masturbándose, parece, es imposible que duelan. Y eso que fui capaz de someterme a varias frenadas in extremis y vueltas a arrancar... pero no hubo manera, no desperté el dolor. Así aprendí que: 1) sólo duelen cuando hay alguien más que vea la cara de "me duele pero tengo que parecer contento o ésta va a pensar que no me ha gustado" y 2) que parar motores es difícil, pero merece la pena.

¿Qué perverso mecanismo de nuestro organismo hace que se mezcle así un placer tan esperado y un dolor tan insufrible? ¿Por qué esta ahí? ¿Quién lo ha puesto?.

En un ser vivo cuando las cosas no sirven para nada la sabia combinación de falta de presión selectiva y las mutaciones aleatorias se lo va quitando de enmedio... es como el apéndice, las muelas del juicio o saber llegar a tiempo al médico: como no sufren presión a favor ni en contra, simplemente se van disolviendo por acumulación de errores no filtrados. Pero el dolor de huevos sigue ahí, pertinaz, generación tras generación. ¿Estará seleccionado a favor? ¿Será que hace que follemos más, aumentando el éxito reproductivo de alguno? ¿Estará ligado a alguna habilidad masculina que sí es importante/útil?

¿Por qué sigue ahí algo tan imbecil? ¿Alguien lo entiende?

Al menos me consuelo pensando que esto nos demuestra que el ser humano, como cualquier otra alimaña, no está "bien diseñado": Presenta multitud de cosas que podían funcionar mejor. Vamos, que si lo coge un ingeniero medianamente cualificado, uno de los que acabó la carrera en 7 u 8 años, lo apaña: la placenta no mezclaría tan estúpidamente las sangres de madre y feto, los pulmones no se quedaría a medio vaciar en la espiración y habría una manera de recuperar agua de la vejiga (¿no se sienten idiotas cuando tienen sed y ganas de mear a la vez?). Nosotros, como todo lo vivo, somos una obra chapucera, mal pensada, en que las cosas están así porque así son suficientemente eficaces, no hubo que depurarlo más. O, visto de otro modo, que aún estamos en el proceso de "corrección de errores" (ya lo pagaran nuestros descendientes).

¿No soy repugnantemente biólogo cuando me pongo a lamentarme del dolor de huevos y acabo haciendo proselitismo anti "diseño inteligente"?

Por si acaso estoy equivocado, dejo un comentario/pregunta/solicitud. Por si entra al blog algún dios (uno de verdad, no al dios de internet que se la trae y se la lleva a voluntad): ¿Tanto te/os costaba haber eliminado el puñetero dolor de huevos? Y, ya de paso, ¿Para qué sirve? ¿Está ahí por lo de los caminos inescrutables? Y ahora la petición: por favor, dios lector, mire a ver si puede eliminar el puñetero dolor (pero sin jueguecitos: que lo borre sólo si no se lleva a la vez alguna de las otras interesantes sensaciones que ese área del cuerpo nos depara... a veces).

Y, ya de paso, que me dé la oportunidad de probar si ha obrado el milagro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estaba dándome un morreo con mi novio y al rato me dijo que le dolian los huevos y le pregunté por qué y me dijo:búscalo en internet y aquí estoy.
¿quiere decir que quiere follar conmigo?

Silvando Contento dijo...

Yo diria que sí.

Y siempre que te entre la duda, piensa que sí.