25/5/08

No aprendo de los piratas.

Qué dolor sucio y traidor.

Hola a todas:

Hoy quiero hablar de la traición. Desde luego con una óptica miope, simplificadora y ridícula. Como siempre.

¿Qué entiendo yo por “traicionar”? Traicionar a alguien es hacer algo, o dejar de hacer algo, contrario a lo que esa persona espera de nosotros, ya sea por contradecir un acuerdo explícito, implícito o por contravenir nuestro modo habitual de comportarnos. Esto puede ir desde no llevar cerveza a su fiesta hasta votar en su contra en el Consejo de Administración. Por tanto, aún falta algo más para cerrar la “definición”. Y es que ese “comportamiento no esperado” tiene que ser percibido como perjudicial por el traicionado. Esas consecuencias negativas pueden ser, por tanto, completamente subjetivas. Por ejemplo, que te pongan los cuernos en sí mismo apenas causa un perjuicio evidente al cornudo, pero subjetivamente se suele sentir como un dolor grave, asociándolos a “falta de amor”, “falta de respeto”, etc. La traición se puede dar en toda clase de vínculo, pudiendo traicionarnos (o ser traicionados) desde nuestro compañero de mus hasta nuestra hermana.

El traidor se es más fiel a si mismo que a otros. Y eso, la verdad, nos pasa a casi todos en un momento u otro. Diría que es muy humano, pero es que no es sólo humano. El sentido de un/todo ser vivo es garantizar su existencia en vez de lo contrario. A eso se ha dedicado casi toda su existencia, y la de su antepasado, y la del anterior... haciendo toda clase de cosas para seguir vivos y reproducirse. Y eso incluye ser leal, si es conveniente, o ser desleal, si eso nos es más favorable (no perder de vista los objetivos...).

A los puristas les reconoceré que esto es una simplificación. Seré más “exacto”: los organismos vivos desarrollan estrategias que tienden a maximizar la existencia y subsistencia de ellos mismos y sus parientes (digamos, dicen, "de sus genes"). La vida, los seres vivos, son así. Van "a lo suyo" y a "lo de los suyos". Así que, digo esto sin asombro ninguno, la traición es muy natural y no serlo va, cuando respetar nuestras lealtades nos es desfavorable, contra natura. Lo cual, a mi entender, no la justifica.

Es natural, por tanto, que los seres humanos traicionemos. Y estas traiciones, normalmente, las motivamos. Si los motivos importan, yo no lo se. No se si es lo mismo denunciar a un amigo que ha matado a alguien porque se cree en la ley a lo Kant, porque se tiene miedo a ser acusado de encubridor, porque se tiene miedo de ese amigo ahora criminal, por la recompensa que se ofrece, o por otra mil posibles razones. El caso es que ese amigo, que confiaba en ti, está enchironado.

Lo que sí se es que parece ser que la traición está en la forma de ser, es connatural a algunas personas. Parece ser que el que traiciona, tiende a hacerlo una y otra vez. Al menos en experimentos de laboratorio, donde el “traidor constitutivo” traicionan en juegos de muy diferente naturaleza, y traiciona a conocidos y desconocidos. Esa "tendencia a la traición" podría indicar que no importan las razones, que uno siempre puede encontrar motivos que hagan parecer justificable la traición.

Tengan (como siempre) en cuenta que estos experimentos son en laboratorio, no "situaciones reales": ya saben de lo que hablamos, los peligros de generalizar, lo artificioso de las pruebas en laboratorio y etcétera... Si una bacteria que en laboratorio se come el plástico en el campo sólo sabe comer azucarillos, imagínense lo distinto que podemos comportarnos las personas.

Así que opto por mirar alrededor, a ver si es cierto que el traidor es reincidente. Pero como la traición es una cosa que suele quedar oculta, quizá sólo nos queda para evaluarlo mirarnos a nosotros mismos (aquí un profundo ejercicio autoexploratorio…. ¿han acabado?). Como a mí mirarme el ombligo (o que se lo miren ustedes) no me sirve para seguir con el argumento, pasaremos en los traidores públicos. Hay miles de ejemplos, pero a mí me apetece resumirles la vida y andanzas de Joseph Fouché, un caso histórico paradigma del que sabe cambiar de chaqueta una y otra vez. Nació, como todo gran político, en el seno (esto me encanta) de una humilde familia marinera y llegó a la política previo paso por un seminario (donde, suponemos, se le instruyó en las artes que tan buen nombre le dieron). Como político supo sobrevivir a una época en que lo común es que a los gobernantes, antes o después, se les cortase la cabeza. Su carrera comenzó con la revolución francesa, su pasaporte para acceder a la Asamblea Nacional. Allí en un primer momento se adhirió al partido girondino (monárquico moderado), que era mayoría. Pero según el partido pierde poder se fue pasando, silencioso, al lado radical (los jacobinos). Tan notorio fue el cambio que promovió la decapitación de Luis XVI. Como parecía un buen tipo, los jacobinos le enviaron a provincias, distinguiéndose por su “eficaz” campaña antireligiosa (de seminarista a matacristianos). A su vuelta a París ha de enfrentarse a Robespierre, el líder de los jacobinos, que desconfía (supongo que con razón) de él. Y aunque Robespiere en esos años había logrado decapitar a muchos de sus adversarios (antes aliados), Fouché salio airoso y fue su “jefe”, tras un golpe de estado, el que acabo sin cabeza. Por su celo asesino en la etapa jacobina nuestro protagonista lo tenía difícil para salvar el pescuezo. Pero empleando toda su habilidad política no sólo fue amnistiado, sino que se le nombra ministro de la Policía. Desde este puesto controlaba una amplia red de espías que, en su momento, no dudó en poner al servicio de otro golpe de estado, el que entregó el poder a Napoleón (del gobierno del pueblo a respaldar a un emperador). Por los servicios prestados siguió siendo Ministro. Pero Bonaparte, tras saberle envuelto en diversos intentos conspirativos, lo castiga mandándole a gobernar Croacia. Como el hombre no debía estar contento con el destino, se puso de nuevo a conspirar, esta vez para que volvieran los Borbones. Lo que no quitó para ser nombrado de nuevo Ministro en el breve retorno de Napoleón. Tras la derrota definitiva de Waterloo se pasó a la restauración monárquica, ofreciendo el trono a Luis XVIII. Lo que es muy gracioso, si tenemos en cuenta que Fouché fue uno de los partidarios de la ejecución de su hermano Luis XVI.

En resumen: empezó masacrando a sueldo de la Revolución, traicionó a Robespierre, sirvió bajo Napoleón y, cuando éste perdió el poder, se pasó al bando monárquico.

Históricamente también se nos dan soluciones a la traición. Aplicando el lema "Roma no paga traidores”: en vez de los denarios prometidos te regalo esta puñaladita. O como al parecer hacían los piratas: una vez que un traidor de un barco adversario nos ayuda a "tomar" ese barco, la primera acción que lleva a cabo el nuevo capitán es pasar a cuchillo (con escarnio público, por cierto: el que avisa…) a los traidores que le acaban de ayudar. Porque el que es capaz de traicionar, el que se deja comprar, lo puede volver a hacer. Y más vale ser cruelmente cauto que lealmente traicionado.

Por lo que se ve, ni Marco Pompilio Lenas ni los piratas creían que las razones tuvieran importancia.

Yo, que sólo pirateo CDs y no hablo latín ni en la intimidad, sí creo que las razones importan. Que sí tiene interés saber por qué la gente dice que hace esas cosas (eso sí, sin perder de vista que la gente miente, incluso a si misma). Eso no quita para tener presente los experimentos que dicen que la traición está en la "forma de ser" de algunos. Que ese amigo que ante usted pone a parir a otros amigos, probablemente haga lo mismo con usted cuando no esté presente. O esa compañera de despacho que airea las intimidades de otras compañeras, hará lo mismo con las suyas (si las llega a conocer).

Por eso la próxima vez que alguien les cuente un secreto de otro, o ponga los cuernos a su novia con usted o trate de engañar al dividir el precio de la cena, pregúntenle por qué. Y apunten que es capaz de hacerlo en una agendilla. No les va a ayudar a evitar la traición. Pero siempre es mejor saber.

Creo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Madre mia. Y todo ese parrafazo del frances para decirnos al final ns/nc. ?Que hago con el imbecil de mi novio, que dice aquello que fue un desliz....?

Digame, ?es auntentica carne de guillotina o merece otra oportunidad? Yo creo que le voy a hacer andar por la tabla, y rapidito.

Sobre todo porque si el supiera.... Asi que mejor le ventilo antes de que me pida explicaciones el a mi, no?

Anónimo dijo...

No hay traidores. Solo ilusos.

Anónimo dijo...

Ilusos, si. Pero mas vale tener algo y perderlo que no haberlo tenido nunca. Y no hablo de mujer. Hablo de confianza, ilusion o intimidad... si nunca te fias de nadie, como puedes tener alguna de estas cosas....
De verdad alguien vive desconfiando permanentemente de todos? Creo que una vida asi no debe ser muy agradable.

Por cierto, Sr silvando... es verdad que hay demasiada historia, pero me ha gustado mucho la entrada.