17/3/08

Adjetivando de nuevo.

Que no sea muy malo... Que no sea muy bueno....

Hola a todas:

Hoy abrimos con dos reflexiones ajenas.

Las personas malas no son las que no se sienten mal cuando hacen daño a los demás. Son, simplemente, las que te hacen cosas malas.

Las personas buenas no son las que no se sienten entupidas o ridículas o avergonzadas cuando se preocupan por alguien o por algo. Son, simplemente, las que hacen cosas buenas.

¿Se es menos malo si te sientes un cabrón cuando jodes la vida alguien?. No, yo creo que se es incluso peor. Porque los remordimientos indican que se es consciente de la vileza y, por tanto, se podía haber evitado.

¿Es menos bueno quien se siente un imbecil cuando ayuda a alguien? Menos bueno, no. Eso si, casi seguro que es un imbecil (pero de los que caen bien).

Lo sé: es muy simplista. Hay mil detalles... desde el marco temporal en que se emite el juicio (a lo madre: comete las lentejas o no te levantas de la mesa... hoy mal, mañana sin escorbuto), el relativismo moral (a lo Daredevil: si detengo a este tipo su familia no tendrá nada para comer) o la posibilidad de hacer daño a alguien para favorecer a otros (a lo Trichet: bajar el euribor y que se dispare la inflación). Temas todos ellos muy interesantes, pero no son de mi incumbencia. Yo sólo quiero hablar de como juzgamos, no quiero juzgar.

Lo primero que nos hace falta es una vara de medir. Cada uno tiene la suya (algunos tienen varias). Un referente que te orienta, que te dice "si haces lo que yo digo eres de los buenos; si me contradices, de los malos". La adecuación puede ser más o menos elástica, según uno admita mejor o peor los tonos grises, según valore los confusos debates del párrafo anterior. Pero en general se tiende a la fotocopia, al B/N, a ceñirse a la letra escrita. Las religiones monoteístas son expertas en este "o conmigo, o contra mí". Quizá porque es más fácil referir a puntos fijos, inmutables, todo se llena de esta clase de divinidades opuestas: o con la ley o contra ella; o con lo políticamente correcto, o contra ello; o con el trasvase del Ebro o contra Cataluña; o con Luís o contra España...

Una mierda, sí, pero es lo que preferimos/necesitamos: Reglas fáciles, juicios fáciles, condenas fáciles. Todo fácil, claro y limpio. Cuando parece mucho más divertido el politeísmo... con Zeus y Apolo, pero contra Atenea... con Aguirre y Acebes pero contra Gallardón....

Todos a coro: ¡Muerte al bipartidismo!, ¡Al yin y el yan!, ¡Al normal y al freak!

Y después de esta estéril ronquera, volvamos a lo de una ÚNICA vara de medir (que matizar cada juicio es un rollo). Nuestra vara de medir nos permite adjetivar, juzgar como egoísta o altruista, como caliente o frío. Porque los adjetivos colocan lo calificado en una escala. La escala puede constar únicamente de dos grados (vivo y muerto, por ejemplo) o de muchos (los siete colores del arco iris, y hasta 200 más si eres mujer, 35 si eres hombre), aunque estos siempre se pueden descomponer en una sucesión de pares mutuamente excluyentes (algo verde es, a la vez, no negro, no azul, no morado... y así 31 o 196 veces más).

Pensemos ahora en cómo escoge cada uno el punto de referencia (no pierdan entre tanta cháchara que hablábamos de ser bueno o malo). Se me ocurren dos opciones:

a) respecto a una media (subjetiva) de la población a la que nos referimos. Es decir, cuando le dices a alguien que es alto no quiere decir que sobresalga de los fresnos, quiere decir que, dada una media (subjetiva) de la población, esta persona está por encima de esa media. Respecto a lo de ser bueno o no, sería algo como: si dividimos la población universal entre personas buenas y malas, tú te quedarías en el lado de los que se van al paraíso, cuerpo y alma, a disfrutar pasa siempre de placeres no carnales.

b) respecto a un referente abstracto, un ideal. Esto casi siempre vale para las valoraciones del espíritu, como justo o cruel, pero también para juzgar príncipes azules ("eres demasiado moreno para ser mi novio"). En estos casos cuando se dice que eres buena persona se piensa en cuanto te acercas al "ideal" de bueno. La escala en este caso no la define la observación, la define ese "algo" al que me he referido al principio: un dios, unas leyes más o menos escritas, un puerta de discoteca...
Por cierto, con este criterio creo que casi todos somos malos. Malísimos.


¿Nos importa algo todo esto?

Pues, por lo que se ve, a algunas sí.

A ellas les diré, como guía espiritual (para la tranquilidad del mismo), completamente gratis y sin efectos secundarios, lo siguiente: No pregunten lo que, en realidad, no quieren saber.
Porque hay gente que no sabe no responder a cuestiones de gran calado como ¿Crees que soy una persona inteligente?, ¿Has estado con alguien desde que lo dejamos?, ¿Estoy más gorda que cuando me fui a Suiza? o ¿Te lo follaste en nuestra cama?. Que sí, que lo indiscreto es la respuesta y no la pregunta. Pero no se puede andar pidiendo todo el rato a los demás que mientan/sean discretos por uno (esto hay que reservarlo para las excusas tapa-cuernos o para cuando faltas dos días a trabajar).

Y, como cierre, oigan lo que oigan estén tranquilas. Con toda seguridad son todas ustedes buenas. Muy buenas.




PD (mi primer post data):

Vuelvo por aquí, sí. Es que me ha escrito un mail una persona que se declara lectora asidua (¿?) y noctámbula, añado. No estaba indignada, simplemente quería saber si el críptico final deja caer que creo que todas las mujeres son malas.
No, apreciada amiga, está en femenino porque encamino mis textos al abundantísimo público femenino. Pero en realidad quería decir, "Con seguridad son todos ustedes buenos. Muy buenos.", entendiendo el masculino como el genérico del castellano. Y lo digo porque:

a) Creo sinceramente que todo el mundo es bueno. Aunque la realidad se emperra en llevarme la contraria (pero son casos puntuales).

b) Todo el mundo SE CREE que es bueno (por aquello de que todos nos vemos siempre un poco por encima de la media).

c) El masculino no permitía el juego de palabras de usar el "muy buenas" tanto como asentimiento de lo previamente expuesto como de despedida.

No es mi política contestar a los lectores airados, pero es que esta señorita ha sido muy divertida y muy simpática (y me ha preguntado si podríamos quedar a tomar un café).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias.

El cafe, cuando vengas por aqui.

Anónimo dijo...

no tod@s nos creemos buen@s, al menos no especialmente...